Vitoria - Con 13.915 almas en el recinto de Mendizabala, la primera jornada de la decimocuarta edición del Azkena Rock Festival terminó incluso demasiado pronto para lo que estaba dando la noche del viernes, y eso que la nueva decepción de Television hizo que la recta final se iniciase con dudas. El listón fue subiendo con el paso de las horas, y eso que, sobre todo con respecto al primer escenario, hubo varias quejas sobre el volumen del sonido. Aún así, ZZ Top supieron meterse a Mendizabala en el bolsillo en una actuación que fue de menos a más, mientras Black Mountain generó opiniones radicalmente diferentes, Lee Bains pidió a gritos una gira estatal por salas, y Nico Duportal no pudo con unas entregadas, consistentes y salvajes L7, cuya reunificación se ha convertido en una muy buena noticia.
Pero mejor ir por partes, porque la noche del viernes dio para mucho. Para empezar con unos Television que volvieron a demostrar en la capital alavesa lo que ya ofrecieron en 2005, es decir, una actuación plana, sin conseguir trasmitir casi nada al personal y eso que esta vez acudían para interpretar de manera íntegra su afamado Marquee Moon. Es indudable tanto la calidad del disco como de la banda, pero hace mucho tiempo que los norteamericanos no están y tampoco se les espera.
Tocó, tras ellos, el penúltimo solape de la noche con dos propuestas bien diferentes y ante las que hubo que hacer, como con el resto, mitad y mitad a falta de conseguir un clon. En la suya, Lee Bains & The Glory Fires dejaron claro que no han descubierto la pólvora pero que cuentan con una propuesta arrolladora (muy necesaria a esas horas) y estimulante que debe ser degustada en salas dentro de nada. En el otro caso, Black Mountain consiguió lo esperable. Fueron unos cuantos los que se sintieron ajenos desde el arranque al sonido de los canadienses, aunque quienes quisieron dejarse atrapar por sus atmósferas envolventes, disfrutaron de lo lindo porque la realidad es que los de Vancouver tienen la calidad para desbordar a cualquiera.
Llegó entonces el gran momento de la jornada, esperado por la casi totalidad del recinto. ZZ Top se subían al escenario BB King y con ellos sus 45 años de historia para ofrecer hora y media de concierto sin fisuras. A estas alturas de su película, y más allá de los mencionados problemas con el sonido, Billy Gibbons, Dusty Hill y Frank Beard saben a la perfección qué tienen que hacer para llevar al público a su terreno. Los años pasan, eso es indudable, pero la aptitud y la actitud permanecen inmutables. Lo suyo nunca ha sido la pirotecnia ni el postureo sin más. Por eso, la actuación, que no se salió de lo habitual con respecto a otras ocasiones en las que ha habido oportunidad de verles en el Estado, fue subiendo enteros, tejiendo una tela de araña de la que es imposible escapar hasta llegar a La Grange y Tush, el final apoteósico deseado por la inmensa mayoría.
A eso de la una y media de la madrugada, el ARF afrontó ya sus dos últimos conciertos. Pero como a Nico Duportal ya se le había visto a la mañana en la Virgen Blanca, la atención por entero se centró en L7, que en este 2015 han reunido a su formación más estable. Tocó volver a la década de los 90 pero como si el tiempo no hubiese pasado porque las de Donita Sparks se mostraron contundentes, salvajes, enérgicas y arrolladoras. Por suerte, a Gasteiz llegaron tras varios conciertos previos y ese rodaje se notó en un concierto que supo a poco.