Por algún extraño fenómeno de programación, el pasado domingo las teles se envolvieron en un halo mágico amoroso y fue como si un gran repostero nos pintase con ricos cántaros de miel y amor, inocencia y pasión la mano de Pretty Woman y el sillón de Chester, que nos proporcionaron una buena cantidad de minutos en los que la emoción amorosa nos transportó a geografías mágicas de los mundos de Peter Pan y Campanilla.
Por desconocidas combinaciones dos canales de tele, competidores entre sí, ofrecieron dos productos de emociones similares. Por enésima vez, la famosa cinta de los amores entre prostituta y rico empresario volvió a exhibirse, sin rubor ni desvergüenza alguna, recordando a Richard Gere y Julia Roberts como una de las más inmortales parejas de la historia del cine. Como si el tiempo no pasara por la peli, los espectadores volvimos a sentir emoción, compasión y cariño por una espectacular Julia de telegenia inalcanzable y un madurito Richard, seco y estricto en su interpretación. Cántaros de miel.
Por la noche, Pepa Bueno que ha tomado el relevo de Risto con buen hacer y factura más periodística, tuvo como invitados a Ana Belén y Víctor Manuel, que derramaron más chorretones de glamour sobre la audiencia que contempló que es posible el amor después de treinta años de rozadura y desgaste. Una entrevista a tres bandas, que repasó vivencias personales y profesionales de dos dignos representantes de una cálida forma de hacer cultura sobre el escenario, cantando y/o actuando. Un exceso de cordialidad, en el tratamiento de una estable pareja, que ha construido dos carreras profesionales por separado y juntas, en un ejemplo cimentado en el respeto, espacio propio y buen hacer humano. La entrevista, con una Pepa entregada a los invitados, derramó miel, admiración y buen rollito para pasar un rato en la dominical noche.