Pasados los 80 años, Emilio Ipinza ha tenido que dejar a un lado a la coral Manuel Iradier, punto de referencia durante más de cinco décadas de la cultura alavesa, el grupo que él creó, al que dedicó tantas horas, esfuerzos, peleas y cariños; una familia, como él mismo la ha descrito en más de una ocasión, por ejemplo en diferentes entrevistas en estas mismas páginas. Y aunque no va a ser el primer homenaje que reciba en los últimos tiempos, sus compañeros y compañeras le rendirán un sentido tributo el próximo sábado 31 desde las tablas del Principal, un gracias de parte del movimiento de coros de la provincia en particular y de la música en general.
La cita se producirá en el escenario de la calle San Prudencio a partir de las 20.00 horas. No habrá entradas a la venta, pero sí será retirar las invitaciones de manera previa, pases gratuitos que estarán a disposición del público a partir del martes 27 en las taquillas del Principal dentro de su horario habitual, es decir de 18.30 a 20.30 horas.
Ya en 2006, cuando la Manuel Iradier celebró sus 45 años, la coral y la Banda Municipal de Música de Vitoria, junto a integrantes de otras formaciones, ofrecieron en el mismo espacio un concierto de agradecimiento a Ipinza. La formación que el gasteiztarra fundó en 1961 se encuentra, como no podía ser de otra manera, de esta nueva cita, en la que volverá a contar con los maestros de la agrupación musical gasteiztarra, así como con el Coro de las Aulas de la 3ª Edad y la presentación de Pilar Ruiz de Larrea. Todo ello bajo el título genérico de Toda una vida y el apoyo tanto del Ayuntamiento de la capital alavesa como de la Diputación.
Será, sin duda, una noche llena de emociones y recuerdos, en un lugar en el que tanto Ipinza como su coral también celebraron sus 50 años de existencia. Fue en 2011, un año en el que además se aprovechó los pregones de las fiestas tanto de San Prudencio como de La Blanca para que la provincia y la ciudad devolviesen parte de lo recibido en forma de agradecimiento. Claro que la lista de premios, galardones y reconocimientos que atesora el ex director es larga y variada, aunque sin duda, él mismo lo ha contado más de una vez, lo que guarda con más cariño es aquella medalla que le regaló el Papa Juan Pablo II el 4 de agosto de 1985, cuando el coro actuó en Roma mientras Celedón visitaba Vitoria. Claro que su santidad se llevó a cambio, además de la actuación, una caja de vasquitos y neskitas.
Una larga trayectoria “Me acuerdo cuando desde la (Excursionista) Manuel Iradier, de la que como montañero yo formaba parte, me pidieron crear un grupo para cantar en una misa. Estábamos 12 hombres y una mujer, Mari Carmen Ibarraran. Era, nada, un coro de andar por casa. Pero, poco a poco, la gente se fue interesando y, casi sin darnos cuenta, mira dónde hemos llegado”, recordaba Ipinza en una entrevista con este periódico.
Fue el inicio, el arranque desde una asociación que, en realidad, sirvió como germen de unos cuantos proyectos culturales, por ejemplo en el campo del teatro, sobre todo a lo largo de aquella década de los años 60 del siglo pasado.
En Álava, en el País Vasco y en el Estado, por supuesto. Pero también en Italia, Suiza, Polonia, Austria, Rusia, Argentina... la coral que él creó y dirigió durante 53 años tiene tras de sí unos 3.000 conciertos ofrecidos ante espectadores con los que compartir sonidos y complicidades. Además, la Manuel Iradier fue también durante varios años un puente para que formaciones de otras partes acudiesen al territorio alavés para mostrar su labor.
Es imposible agradecer tanto esfuerzo y trabajo. Más allá de reconocimientos como el Celedón de Oro u otros premios, hay muchas horas robadas a otras cosas que son imposibles de recuperar. Pero Emilio Ipinza siempre ha hablado de la música y de su coral con ojos de orgullo. Y el próximo sábado, algo de todo eso le será devuelto.