- Cuando Ion de Sosa descubrió su mundo interior en la curiosa True Love hace un par de años, nada avanzaba que su siguiente apuesta cinematográfica sería ciencia ficción. Sueñan los androides, construida “sin ningún tipo de corsé”, ha llegado al Festival de Sevilla, pero solo para despegar.
Sin un guion predeterminado, la cinta fue rodada “en total libertad y sin norma alguna”, en lo que el colaborador de De Sosa y director de cine Chema García Ibarra ha calificado de “un modo de resistencia como otro cualquiera”.
“Yo quería hacer Blade Runner, pero ya estaba hecha”, bromea en una entrevista el director navarro, que ha presentado su película en la sección Resistencias (cine nuevo, atrevido y sin complejos, según explican los organizadores del certamen) del XI Festival de Cine de Sevilla.
La película tiene los mismos mimbres (y restos del rodaje) de El futuro, de Luis López Carrasco, y está en la base de Sueñan los androides, aunque la crítica feroz contra el sistema y la transición de aquella haya quedado un poco difuminada, dice De Sosa, porque él no quería meter tanto “discurso político” y sí “la tremenda nostalgia” que le produce el presente. “Me siento uno más en un grupo de directores, porque en la película hay varios -explica De Sosa, que nombra a García Ibarra, Luis López Carrasco, César Gasco y Miguel Llanso, entre ellos-. Me he juntado con gente que ama lo que hace y este es mi mayor logro, unir a personas que disfrutan con esto, aunque no haya cobrado nadie”, se lamenta.
La película, que tardó más de tres años en tener su forma definitiva, se ha proyectado en Sevilla por primera vez ante el público, una cuestión que “intriga” al director, que “aún no puede estar seguro de qué se habrán ido pensando (de la cinta) a su casa”.
Rodada en 16 milímetros, la futurista Sueñan los androides muestra la Tierra en 2052, habitada por androides que conviven con humanos, aunque es imposible identificar quiénes son unos y otros.
Ese espacio en el que conviven y se asesinan es, en realidad, Benidorm captada en el mes de octubre; obras a medio hacer, edificios deshabitados y discotecas para ancianos que De Sosa convierte en una alegoría de un presente sin jóvenes, ya que, como él mismo ha hecho, viven fuera del país, “o han muerto”, explica.
Con una sutileza y un sentido del humor exquisito, rebuscado y doloroso, reforzado con una banda sonora plagada de canciones tradicionales del siglo pasado, e incluso, alguna anterior, Ion de Sosa y su equipo proponen una revisión del presente que promueve a la reflexión, aunque este no sea el objetivo del cineasta.
La película juega con imágenes que pretenden ser los recuerdos reales de los androides que van muriendo salpicadas por la desolación de una enorme colección de escombros que simbolizan todo un estado de ánimo.
Para su próximo proyecto, el navarro De Sosa dice que planea contar cómo habría sido la historia de Batman si hubiera nacido pobre. Y lo hará en euskera y en la CAV. “Una historia con un Batman muy enfadado pero sin un duro”.