se acerca inexorable la fecha del 9 de noviembre, fijada por el Parlament para ejercitar derecho de simple ejercicio democrático, acudir a las urnas para opinar sobre materia política en libre ejercicio de conocer el estado de la Opinión Pública, que algunos temen como a la bicha amenazante para unidad territorial. A tenor de las declaraciones que llevan sobando la OP desde hace meses, no se sabe si el miedo está en abrir la caja de Pandora o confirmar lo que la mayoría entiende, que gran parte de los catalanes están de espaldas a la madre patria. Y como no podía ser de otro modo, periódicos, radios y televisiones están en plena campaña, a nivel autonómico y estatal. Numéricamente la mayoría de los medios editados en Madrid claramente posicionados contra la jugada política presentada por Mas y sus socios ante los incumplimientos políticos de Madrid, que han desembocado en la actual situación que marcará un antes y un después en el quehacer político. Los medios escritos madrileños siguen con lupa el más nimio movimiento soberanista y denuncian corrupciones, maniobras y manejos de todo lo que lleve a la ruptura del actual status. Todos dentro del redil y el gobierno central ejerciendo de gran capo repartidor de financiaciones varias es modelo que gusta a la prensa derechona que aplaude y jalea al gobierno más centralista de los últimos treinta años. En el campo de la prensa catalana, solamente La Vanguardia se muestra como escaparate plural de las fuerzas en colisión frente al temido referéndum/consulta/práctica participativa que se avecina vecina. Desde Madrid se acusa a los medios públicos de titularidad autonómica de prestarse a las campañas favorecedoras del soberanismo en un ejercicio de gran hipocresía; como si ellos no estuviesen decantados políticamente y ansiando darle al ventilador cada vez que se tercia.