Sin demasiado tiempo para recuperar fuerzas después de la primera jornada, y a pesar de las condiciones meteorológicas tan inestables, Mendizabala vivió ayer su última tarde de esta decimotercera edición del Azkena Rock Festival con ganas de disfrutar hasta el último segundo. Hasta el sol se animó y eso que a primera hora cayó una buena.
Puede que el cielo estuviese jugetón en este arranque del verano (a estas alturas, el certamen ha conocido de todo menos la nieve) pero la cita en el recinto volvió a congregar a los primeros azkeneros a eso de las 16.45 horas, cuando se abrieron las puertas. Y para recibirles la primera tormenta del día, aunque por fortuna luego el cielo decidió tomarse un respiro. El rock puede con todo.
Fueron los guipuzcoanos Niña Coyote eta Chica Tornado los primeros en encender la mecha y aunque hay que reconocer que al dúo se le disfruta más en sala, su corto pero enérgico concierto hizo que ni las gotas importasen. El relevo lo tomó el dúo norteamericano Deap Vally, dos mujeres que, todo hay que decirlo, trajeron el sol. De menos a más, la banda mostró varias de las cualidades que le adornan pero también algunos defectos. Aún así, incluso a pesar de los problemas técnicos con la guitarra al final de la actuación, tomaron un muy buen relevo de los vascos.
Con los dos escenarios principales abiertos, le llegó el turno de ponerse en marcha al tercero de la mano de los gasteiztarras Arenna, que arrancaron con potencia. Sin embargo, las coincidencias de horarios hicieron que pronto The Temperance Movement reclamasen la atención desde el escenario grande. Con el espíritu de los Black Crowes sobrevolando, los ingleses, que ni han descubierto nada ni lo pretenden, se dejaron hasta la última gota de sudor en una cita notable.
Claro que ahí aparecieron The Strypes y el ARF se paró. El joven cuarteto irlandés ofreció un concierto redondo de principio a fin, sin guardarse nada, metiéndose al personal en el bolsillo desde el segundo uno. Calidad les sobra. Actitud tienen bastante. No por nada eran una de las bandas más esperadas.
Cuando estaban a punto de dar las ocho de la tarde, los gasteiztarras The Soulbreaker Company descargaron su Graceless en el tercer escenario y aquí hubo que luchar para dividirse entre ellos y Violent Femmes, que aparecieron al poco. Los norteamericanos se han vuelto a juntar y aunque es evidente que el que tuvo, retuvo, lejos quedan los tiempos en los que esta banda estaba en su punto álgido. Faltó algo más para que de verdad la actuación llenase.
Casi sin darse cuenta llegó el momento de Joe Bonamassa y el guitarrista, de regreso al ARF pero esta vez como líder, demostró que es un guitarrista difícil de igualar en estos momentos en la escena internacional, por mucho que algunos no conecten con él. Y de nuevo, las coincidencias hicieron perderse en el tercer escenario a Bluenáticos.
Ya después, llegó el momento de los segundos cabeza de cartel de este 2014, Blondie, seguidos hasta la madrugada por Wolfmother, Royal Thunder, Niño y Pistola, Kadavar y unos Bourbon suspendidos el primer día por la lluvia, pero eso pasó cuando la edición de este periódico estaba cerrándose, así que ya habrá tiempo mañana para contarlo con calma.