Madrid. Un beso de Errol Flynn a Olivia de Havilland camuflado por un sello del arzobispado de Burgos en un programa de la película Camino de Santa Fe le dio a Bienvenido Llopis la idea: investigar las huellas de la censura franquista en los carteles de cine durante la dictadura. El autor de La censura franquista en el cartel de cine, ha dedicado media vida a recopilar el material que compone el libro. Publicado por Notorius hace menos de un mes, el volumen ya va por su segunda edición. Ideas políticas, religión y sobre todo sexo, nada que pudiera alterar la moral y el orden establecidos escapaba al control de los censores, que devolvían los carteles a los artistas para retocarlos una y otra vez. Los escotes y piernas de Marilyn Monroe, Sophia Loren, Ava Gardner, Lana Turner y otras divas fueron las principales víctimas de esa persecución implacable.

Así, al palabra de honor de Rita Hayworth en una imagen promocional de Gilda le aparecen mangas por arte de magia; las más sensuales de las chicas Bond de Desde Rusia con amor directamente desaparecían del cartel, y Sara Montiel se queda abrazando el vacío en La mujer perdida al borrarse el cuerpo de Giancarlo del Duca.

"He estado buscando material por toda España, pateándome el país de arriba a abajo", aseguró Llopis, que se hizo con unos anuarios del cine español de comienzos de los sesenta, con los listados de empresarios de cine, direcciones y teléfonos, y empezó viajar. "Me he hecho rutas de entre tres y veinticinco días, entrando en los pueblos, preguntando a la gente, unas veces con más suerte que otra. He encontrado cines que a lo mejor estaban llenos de material y llevaban 20 años cerrados, y otros que llegabas y había un supermercado o un bingo", cuenta. Fruto de esos viajes, además de carteles y programas, el libro incluye recortes de prensa, postales y cromos.

"En el 99% de los casos la cartelería la hacían artistas españoles, contratados por las distribuidoras", explicó el autor, quien citó nombres como Jano, "el más prolífico"; Joseph Soligó, "el que más gusta a los coleccionistas", y Macario Gómez, su favorito. Tanta urgencia parecía haber por desnudar a la mujer que, por ejemplo, Jane Birkin, que aparecía con vaqueros y camiseta en el cartel francés de Catherine & Cia, se queda con un diminuto biquini en la misma imagen del cartel español, preludio del "destape" que vendría después.