LAS televisiones públicas de ámbito estatal o autonómico tienen una evidente finalidad política que deben plasmar en las parrillas de programación y lo que es lícito y habitual en las cadenas privadas debe de pasar un filtro en las públicas que marca unas diferencias manifiestas. La producción de La 1 que se emite en las noches de los martes y que lleva por título A ras de cielo es un ejemplo paradigmático de lo anterior. Con un indiscutible sello de orgullo, el presentador Francis Lorenzo va paseándose por sierras y valles, bosques y mares de la geografía carpetovetónica, haciendo del viaje un escenario por el que desfilan pastores y ganaderos, agricultores y pescadores con fácil encaje y amena disposición en un producto fruto de la colaboración entre la productora La Competencia y el ente público, que vende España. Colocar en el prime time un producto de estas características es apuesta de tele pública coherente y un generoso esfuerzo audiovisual de dar a conocer las interioridades de una compleja realidad muchas veces desconocida por lo que llamamos gran público con el objetivo de identificarse con las imágenes y hacerlas propias. Las Médulas leonesas y sus agotadas minas de oro, explotadas por los romanos y con escasos lavados en la actualidad, los desaparecidos nabeteros del Cinca, primos hermanos de nuestros almadieros del valle Salazar, la selva del Irati con recursos ganaderos y madederos, el mar de plásticos de El Egido almeriense son algunos de los escenarios mostrados en una continuidad narrativa agradable y de excelente fotografía y con sorprendente ambientación musical, moderna y agresiva pero sin desentonar. El personaje malo y pérfido de la serie de éxito Aguila roja convertido en fresco y cercano cicerone de un viaje aéreo semanal que muestra la realidad a ras de tierra y que recorre el territorio de norte a sur y de este a oeste.
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