madrid. Arturo Pérez-Reverte se adentra en el bronco mundo del grafiti en su nueva novela, El francotirador paciente, una historia "ágil, seca, dura y callejera" en la que recrea el ambiente "marginal, vandálico" de los grafiteros, que "a veces linda con el terrorismo urbano".

"El grafiti es un ajuste de cuentas. Hay un rencor social en todas esas actuaciones", afirma Pérez-Reverte a Efe a propósito de esta novela que Alfaguara publicará el 27 de noviembre en todos los países hispanohablantes. Cuando todavía resuenan los ecos de El tango de la Guardia Vieja, el escritor ha puesto ya punto final a su nuevo libro, que también le sirve para pronunciarse "sobre la gran falacia, la gran mentira del arte actual", aunque hay artistas a los que respeta "mucho", aclara.

El francotirador paciente es una novela que Pérez-Reverte (Cartagena, Murcia, 1951) ha escrito en menos tiempo que otras suyas porque, desde El pintor de batallas, tenía en la cabeza el tema del arte urbano y del grafiti, que conoce bien "por razones personales". También acortó tiempos el que hubiera visitado con frecuencia las ciudades donde ha situado la acción: Lisboa, Verona y Nápoles, además de Madrid, el lugar donde vive el autor de La tabla de Flandes. "Si es legal, no es grafiti". Esa frase martillea a lo largo de la nueva novela y refleja, en opinión del escritor, hasta qué punto es inútil "el intento de las autoridades por domesticar el fenómeno. Nunca van a poder hacerlo, porque siempre habrá disidentes, grupos marginales que se negarán a aceptar ese juego".

Dejar su huella, su firma en paredes, fachadas, vagones de metro o de tren es "muy importante" para los grafiteros, "chicos sin futuro, sin presente, que no son nadie y están condenados a extinguirse en una barriada. Su obsesión es que los conozcan, poner su nombre. Escribo, luego existo, me decía uno de ellos", comenta Pérez-Reverte, quien se ha "movido" entre grafiteros de España, Portugal e Italia. "Los españoles tienen un nivel absolutamente internacional, y son muy respetados fuera", asegura. La novela está protagonizada por Alejandra Varela, especialista en arte urbano, a la que un editor de renombre le encarga que localice a Sniper, un grafitero famoso del que casi nadie ha visto jamás el rostro ni conoce el paradero.