DOnostia. Cuatro años después de su última visita con Chloé, Atom Egoyan regresó ayer a la competición del Zinemaldia con Devil's Knot (Condenados). La película está basada en los hechos reales que hace ahora dos décadas conmovieron a la comunidad de West Memphis, un pueblo de Arkansas sacudido por el violento asesinato de tres niños. Otros tantos jóvenes fueron acusados de los crímenes sin pruebas concluyentes en un proceso plagado de irregularidades que sigue abierto pese a la reciente puesta en libertad de los falsos culpables.

Afincado en Canadá, el director egipcio de origen armenio reconoció las conexiones de su última película con otras anteriores como Exótica (1994) o El dulce porvenir (1997), aunque subrayó que en aquellas "el tratamiento era más poético y obsesivo", mientras que Condenados tiene un espíritu "más naturalista y directo". Según recordó, el caso está "muy documentado" y no solo existen cientos de webs dedicadas a él en exclusiva, sino que hay una serie de cuatro documentales que tratan de arrojar luz sobre el tema.

En su opinión, lo "potente" de la historia es la "combinación de un hecho tan horrible y sin embargo misterioso", pues quien cometió los asesinatos no dejó huella alguna. "De todas las historias que he escuchado ésta me parece la más sobrenatural, casi mitológica", añadió, convencido de que "no podría haber escrito esta película como ficción porque nadie se la creería".

Más que el ansia documental o el cuestionamiento de la pena de muerte, a Egoyan le interesaba contar cómo la comunidad, sacudida por un hecho violento, "tiene que buscar unos culpables" y señala a gente de fuera que escucha música death metal, viste de negro y practica supuestos rituales satánicos.

"Lo interesante de la película es que plantea cómo vivimos con la duda", aseguró el realizador, que destacó el papel del detective Ron Lax (Colin Firth), cuya oposición a la pena capital le empujó a ayudar gratuitamente a los abogados de los acusados . Él es el personaje principal junto a la madre de uno de los niños asesinados (Reese Whiterspoon), que pasa de creer en la culpabilidad de los tres de West Memphis a cuestionar un proceso judicial trufado de errores que Egoyan comparó con "una caza de brujas moderna". "A todos los personajes se les ha acusado de algo y como público, nosotros también nos vemos implicados".

También se mostró convencido de que "el elemento más subversivo" de la película es "en qué lugar se coloca el público al buscar y no encontrar la resolución del caso". "Es lo que me atraía, el riesgo dramático", insistió.

Porque la película termina sin una conclusión clara y dejando varios frentes abiertos. El personaje de Whiterspoon llega a sospechar de su marido y se deja abierta la posibilidad de que fuera él quien asesinó a su hijo y a los otros niños, extremo sugerido por unas pruebas de ADN que "no son concluyentes". También es cierto que es un hombre de naturaleza oscura y violenta, y que en el pasado abusó de su propia hija, pero eso, a juicio de Egoyan, no basta para incriminarle si no hay pruebas contundentes.

Liberado de las ataduras del documental, que debe probar los hechos de manera fehaciente, el envoltorio de ficción que ha utilizado permite al cineasta sugerir diferentes alternativas. "Tenemos impulsos, tenemos intuición, ¿pero qué significa una idea si no podemos probarla físicamente? Esta película es la prueba extraordinaria de cómo el conocimiento empírico tiene limitaciones cuando se trata de llegar a un juicio", aseguró.

Fidelidad a los testimonios Lógicamente, la película incluye algunos "momentos dramatizados" pero en la medida de lo posible, ha tratado de ser fiel a los acontecimientos y a los testimonios vertidos en el juicio. "Todo lo que sucede en el tribunal está reflejado al pie de la letra, como por ejemplo los interrogatorios de los niños o el alegato final del fiscal. Fue exactamente así y no podíamos cambiarlo porque tergiversaríamos la información", aseveró.

También se refirió al personaje de Reese Whiterspoon, que "conoce muy bien a la gente del sur" de EEUU y le parecía "perfecta" para el papel. Sin embargo, siempre tuvieron claro que Condenados no debía caer en los "tópicos" de las historias que dibujan el sur como algo "gótico", pues esta historia "podría ocurrir en cualquier sitio".