E l Festival de Jazz más corto en años, el de los cinco días, el de los recortes, ya mira su final. Sin embargo, parece que las apreturas que sufre el evento no tienen el mismo reflejo en su vertiente popular, la que se vive a pie de calle. A medida que Mendizorroza y el Teatro Principal pierden actuaciones, las ganan la infinidad de establecimientos que se esmeran en colorear con notas de jazz la tercera semana de julio en la capital alavesa.

Lo de este curso ha sido paradigmático por la cantidad de actuaciones que se han dado -y que aún se darán- en el perímetro gasteiztarra. Los turistas se han visto sumergidos en una suerte Nueva Orleans europea merced no sólo a la brass band que recorre las calles de la ciudad. No obstante, la To Be Continued Brass Band merece una reseña por la calidad de un sonido que fluye compacto y que ha sabido modernizar la herencia legada por los maestros de la capital de Luisiana. El único pero que puede ponérsele no está en su debe pero sí en el de la organización. Y es que hay vida en Vitoria más allá del centro y del museo de Bellas Artes.

Éste es un fenómeno que se viene dando desde hace años. Aunque cada vez más, florecen los promotores jazzísticos en estas fechas por los barrios de Gasteiz -amén de excepciones como la promulgada desde hace años por el Kafe-Jazz Antzokia-, el centro es el coto del género durante el festival. Desde el Virgen Blanca se ha aportado una pincelada de color con Gangster Swing y Doc Scalon's Cool Cat Combo, bandas de swing que han servido de acompañamiento a las decenas de bailarines que han decorado la Plaza de la Virgen Blanca y han arengado al baile a los más vergonzosos. Su socio en estas fechas, el Café Dublín, se ha dejado seducir, como es habitual, por ritmos variopintos asociados al jazz con un predominio de la escena local. A este respecto cabe destacar la doble actuación del proyecto que han montado el baterista Hasier Oleaga y el saxo Raúl Romo. Dos pesos pesados del panorama vasco con una original propuesta apoyada en sintetizadores.

No muy lejos, en la trasera del 97 y la Ferretería de la Plaza Nueva, el saxofonista Quique Guzmán ha recibido a varios colegas en las dobles sesiones, matutina y vespertina, que está llevando a cabo. Una de las pocas opciones en esas franjas horarios ante la avalancha nocturna que ha solida arrancar cuando la luna no se había asomado aún. Mientras la cara más visible del centro se abotargaba de bandas de jazz, la oculta, el Casco Antiguo, también apostaba por el género del Nueva Orleans. Lo hizo antes, en Jazzharrean, y continúa durante la semana oficial. El Bodegón Gorbea es claro ejemplo de ello con las actuaciones ofrecidas por el trío que han formado otros tantos veteranos de la escena local. Josu Urrutia (guitarra), Nando de la Casa (batería) y Ion Cañaberas (bajo) han sido los responsables de animar el cotarro en esta cara de la Almendra.

por la noche

Aroma de club

Adentrándonos, ya de lleno, en la noche jazzera gasteiztarra, la primera parada, por orden cronológico, ha de establecerse en el Zabala. El bar-restaurante de la calle Mateo Moraza ha optado por ritmos brasileiros de la mano el guitarrista catalán afincado en Vitoria Raül Vera, su hermana Sonia (voz) y Josu Jungitu (teclado).

A partir de la medianoche la calle San Prudencio, como en anteriores ediciones, es el punto neurálgico. Las atmósferas creadas tan sólo con la batería de Ángel Celada, el teclado de Koldo Uriarte y la voz de Carla Sevilla son sobrecogedoras, envolventes. Songs project ha versionado todo tipo de géneros con una soltura más que atrayente desde el Alkartetxe.

A unos metros los madrileños The Crew han sorprendido también alternando temas instrumentales con la vigorosa voz de su vocalista, y, en el Molly Malone Arakistain, Acebedo, Urrutia y Guereñu han sentado cátedra, una vez más, desde el localismo. Noches que han terminado en el Canciller, al son de Chestnut y Gelato y que son aún más prolíficas durante el fin de semana que hoy comienza con invitados de lujo como Dave and the Souldiers (Artium), Chivo Chivato (La Cassete), etcétera.