CANNES. Borgman, del holandés Alex Van Warmerdam, e Inside Llewyn Davis, de los hermanos Coen, fueron las dos películas que ayer se presentaron en el festival cinematográfico de Cannes. Ambos filmes, que agradaron al público, tuvieron su germen en sendas escenas imaginadas por los directores incluso antes de escribirse el guión.

Inside Llewyn Davis comenzó a tomar forma en la cabeza de los Coen cuando se imaginaron a un hombre que pega una paliza a un cantante en un callejón oscuro. Las razones de por qué lo hacía fueron el punto de partida para poner en pie esta historia, intimista, llena de música folk y melancolía en la que destaca la gran actuación del protagonista, Oscar Isaac, y los característicos toques de humor surrealista de los hermanos realizadores.

"Nos gusta esta historia porque siempre nos ha gustado mucho el Village del 61, el renacer de esa música", explicó Ethan Coen en la presentación de su película, ambientada en la Nueva York de los últimos años de los cincuenta y los primeros de los sesenta; la época que marcó el renacer de la música tradicional americana a través de cantantes como Bob Dylan, a los que precedieron otros menos conocidos como Dave Van Ronk, en cuya vida se inspira, parcialmente, esta película.

Un largometraje, Inside Llewyn Davis, que brinda un reconocimiento a una música que los Coen conocen bien y a unos músicos que luchaban por hacer oír un estilo que en la época no era muy popular.

Pero también es una historia sobre el éxito y el fracaso. Según el cantante Justin Timberlake, uno de los actores de la película, el éxito llega por estar "en el lugar exacto y con la gente adecuada", y son estas personas que lo alcanzan quienes "siempre continúan con la inspiración del primer momento" y no se dejan "intimidar por lo que puede impedirles expresarse".

Un filme en el que casi "no hay ni intriga ni historia", dijo Joel Coen, en lo que lo importante era encontrar actores tan adecuados para sus papeles como músicos o cantantes.

Un largometraje que nada tiene que ver con las grandes películas de los Coen y destinada a un público norteamericano o amante de la música, pero sin dejar de estar estupendamente rodada y con algunos diálogos tan brillantes como absurdos.

Con Inside Llewys Davis, los hermanos Coen aspiran a repetir la Palma de Oro que ganaron en 1991.

'BORGMAN' Tras una lectura sobre el marqués de Sade, Alex Van Warmerdam comenzó a imaginar una escena en la que un desconocido llega a una casa y simula haber tenido una relación con la mujer que vive allí. Su marido le pega una paliza y, desde ahí, todo puede pasar. Sin guión ni estructura previa, así nació Borgman.

"Intento no darle un siginificado -a sus películas- y así cada uno puede darle el suyo", aseguró el holandés en la presentación de su largometraje, una historia atractiva e imposible de entender.

El mal en estado puro, ángeles enviados desde el cielo... cualquier explicación es posible a juicio del realizador, que reconoció que ni él mismo sabía hacia dónde se dirigía la historia. Tampoco se sabe una vez vista la película. Atractiva visualmente, con un suspense construido alrededor de la falta de información, Borgman va desarrollándose con una tensa calma a la que no faltan imágenes y momentos surrealistas.

Los personajes se van añadiendo a la narración, mientras los muertos van poblando el fondo de un lago y la relación de los protagonistas va hacia adelante y hacia atrás sin razones.

Lo único claro para todos es que es una historia sobre el mal, sobre la concepción, y que el realizador quería hacerlo con personas normales, que se pueden "encontrar en el supermercado de la esquina", añadió Van Warmerdam.