cuando en los compases finales de Díaz, no limpiéis esta sangre se da información escrita sobre lo que sobrevino tras los hechos que se acaban de recrear, se impone una paradójica sensación. Sabemos que lo que aconteció aquel sábado de julio de 2001, en la escuela Díaz, fue incluso peor que lo mostrado. Pero lo que en la cámara de Daniel Vicari ha quedado impreso, se derrumba por la incómoda impresión de exceso y reiteración. No hay duda de que el comportamiento policial durante la Contracumbre del G8 en Génova fue sanguinario, gratuitamente cruel, violento hasta la náusea y aparentemente innecesario. ¿Innecesario?, esa es la pregunta que Vicari no acierta a responder porque ni siquiera se la llega a plantear. Su filme, bien ilustrado por los testimonios de algunas de las víctimas de la terrible y sádica paliza que se ejerció contra ellos, se centra en un grupo de participantes: estudiantes, periodistas, activistas de izquierda... Tienen nombre propio pero no simbolizan nada más allá de lo que representan. Filmado con hambre de emoción del cine que en los años 60 y 70 autores como Pontecorvo, Gavras y compañía realizaron como sensibilización y denuncia, Daniele Vicari, armado con la fortaleza de un buen equipo y medios suficientes, escoge la vía más difícil: reproducir los hechos, recrear la locura.

Con una sólida base documental, con un pormenorizado rigor para recrear escenarios extraídos de los reportajes periodísticos que dieron noticia de tanta violencia, Vicari decide hacer lo contrario de lo que impone la claridad de ideas. Dado que su filme quiere reproducir las horas de palizas y vejaciones sufridas por un centenar largo de ciudadanos, golpeados, detenidos, humillados... añade desorden al caos y opta por un montaje fragmentado y asincrónico.

Es imposible no lamentar la agresividad psicótica de los policías que actuaron con tanta saña en aquel momento, pero se lamenta que Vicari no sepa ahondar en la raíz de tanta rabia. El exceso de árboles impide ver la dimensión del campo de batalla. Se intuye que el testimonio real de las víctimas hubiera arrojado mucha más luz a lo que, de este modo, parece hacer espectáculo de la barbarie sin reparar en quién movía los hilos ni para qué. Hilos, a lo peor, culpables de la crisis que ahora nos aprieta.

Dirección: Daniele Vicari Guión: Daniele Vicari; basado en un argumento de Daniele Vicari y Laura paolucci Intérpretes: Claudio Santamaria, Jennifer Ulrich, Elio Germano, Davide Iacopini y Ralph Amoussou Nacionalidad: Italia, Rumanía y Francia. 2012 Duración: 127 minutos