MADRID. Tennessee Williams, el gran dramaturgo estadounidense, el poeta de la soledad, el exceso y la sensualidad sureña, murió el 25 de febrero de 1983 en un hotel de Nueva York, atragantado por un tapón de medicamentos. Treinta años tras su muerte, su obra sigue siendo el espejo sin piedad del sur de EEUU.
Sus obras reflejan las dificultades de las relaciones humanas, los deseos escondidos o reprimidos y la falsa moral; escritas desde las vísceras y que hoy siguen representándose en todo el mundo. Algunas de ellas, como Un tranvía llamado Deseo, La gata sobre el tejado de zinc ardiente (ambas obras premiadas con el Pulitzer de Teatro) o La rosa tatuada, con enorme éxito e interpretadas por prestigiosos rostros como Paul Newman, Marlon Brando o Elizabeth Taylor.
Nacido el 26 de marzo de 1911 en Mississippi bajo el nombre de Thomas Lainer Williams, saltó a la fama en 1945 con El zoo de cristal, ganadora del Círculo de Críticos Teatrales en Nueva York.
Tennessee Williams, cuya vida estuvo marcada por la insatisfacción, las drogas o el alcohol, amó a los personajes frágiles y al margen de la estructura social, a seres sensibles y bellos, incomprendidos o maltratados por la violencia de los hombres de una América profunda. Afirmó que escribía porque encontraba la vida insatisfecha. Gracias a ella, el cine de Hollywood vivió con sus obras una época sin parangón.