MADRID. El retrato que hizo Diego Velázquez del secretario de Felipe IV para el Tribunal de la Inquisición, Sebastián de Huerta (1576-1644), se encuentra en manos privadas y estaba catalogado erróneamente como un retrato de Juan de Fonseca.

"Ha sido una satisfacción propia muy grande encontrar una obra de este nivel. Es una joya que se merece estar dentro del catálogo de Velázquez en un lugar primordial", comentó a Efe Garrido, autora del amplio estudio que publica la revista Ars Magazine en su último número.

La importancia del trabajo de la jefe del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado radica no solo en cerciorar la autoría de Velázquez y la aportación que supone a una de las etapas menos conocidas del pintor, sino la del personaje retratado "que era un hombre de gran importancia".

La historia de la relación del cuadro de Velázquez con Carmen Garrido, que próximamente se jubilará después de 34 años en el Museo del Prado, se inició por medio de un amigo suyo, a la vez conocido de los propietarios de la obra, cuya identidad no ha trascendido.

"Me enseñaron una fotografía que no era muy buena pero vi posibilidades, me dio muy buena impresión", señaló la conservadora, que estudió la pintura en el Instituto Max Doerner de Munich, donde fue enviada por sus propietarios.

Garrido recuerda que ya en 1936 el hispanista August L. Mayer en su catálogo razonado sobre Velázquez afirmaba la autoría del pintor sevillano, "pero identificaba al retratado como Juan de Fonseca". Años después José López-Rey, en su catálogo razonado en colaboración con Angelica Mayer, copió la información identificándolo de nuevo con Fonseca.

"La obra estaba desaparecida, como ocurre con otras que se encuentran en manos privadas", explica la conservadora, que toda su vida se ha dedicado "a estudiar la pintura, a saber como el pintor trabaja la materia y a conocer como, dentro de un mismo pintor, cada etapa es diferente".

En este estudio han sido muy importantes los medios técnicos "que parece son de ahora", pero que la experta aplica, señala, "desde hace 42 años cuando trabajaba en el Instituto Nacional de Restauración, antes de llegar al Prado", donde en 1978 instauró junto a José María Cabrera el gabinete técnico.

Desde entonces, en ese gabinete se han estudiado aproximadamente 3.500 obras.

Toda esta experiencia la lleva a afirmar que la seguridad de que es una obra de Velázquez es absoluta y así se constata en el estudio publicado en el que, entre otros datos, se puede apreciar la Dolorosa que aparece debajo de la pintura de Sebastián de Huerta.

"Se trata de un cuadro iniciado y abandonado. Velázquez dio la vuelta al lienzo para pintar, entre 1628 y 1629, al secretario del rey. Ya habíamos encontrado esta manera de proceder en otras obras, como la de la reina Mariana de Austria que tiene debajo iniciado un retrato de Felipe IV".

También las radiografías y los infrarrojos revelan otros recursos que vienen de la pintura veneciana "como el halo que aparece alrededor de la cabeza del retratado. Por las características de ejecución de los años previos a su viaje a Italia, los cuadros de esta época se ven muy bien en las radiografías".

Parte importante del estudio es la comparación con otras pinturas del maestro sevillano, de las que se publican una serie de detalles para comparar como los relativos a la forma en que Velázquez pintaba e iluminaba los ojos. Además, el análisis de los materiales lleva a afirmar que coinciden con otras obras de la época del maestro, como "Los borrachos".

El retrato de Sebastián de Huerta, "que se encuentra en un inmejorable estado de conservación y al que solo hay que rebajar los barnices y retocar algún pequeño agujerito", se une a otros descubrimientos recientes de pinturas de Velázquez.

Entre estos figura el misterioso caballero pintado por el maestro sevillano entre 1630 y 1635 conocido como "Retrato de hombre" propiedad del Metropolitan de Nueva York; el que se subastó el pasado año en Londres, cuya autoría fue estudiada por el historiador Peter Cherry, o el titulado "La educación de la Virgen", hallado en un sótano de la Universidad de Yale.

"Es posible que salga a la luz algún otro cuadro, pero no creo que quede mucho Velázquez por descubrir", concluye Garrido.