Madrid. Como contagiado por una suerte de espíritu de Peter Pan, Luis Eduardo Aute echa una mirada a su infancia para escapar del "monstruo" en que nos convertimos cuando perdemos la inocencia con su nuevo disco, El niño que miraba el mar, formado por 12 temas nuevos y una película animada dibujada a lápiz.
Según explica el cantautor a Efe, este nuevo trabajo, que salió a la venta el 12 de noviembre, muestra en su portada a un pequeño Aute de unos dos años observando la infinidad del mar, "pensando en un futuro agradable y esperanzador". Un idea propia de "la inocencia" infantil, esa que con el tiempo se estampa con la cruda realidad. "Vivimos tiempos de monstruos. Estamos acabando con nosotros mismos, somos nuestro peor enemigo", apunta el multidisciplinar artista de 69 años.
Esa imagen que ilustra su nuevo disco despertó en Aute una reflexión: "En algún momento de tu vida te ves de pequeño en una foto y te apetece mirar a ese niño a los ojos, ver lo que queda de él en ti y preguntarle si soy lo que él espera ser de mayor". Una temática que nutre la película de animación dibujada a mano que acompaña a las canciones, titulada El niño y el basilisco. Trescientos dibujos a lápiz que surgieron antes incluso que las canciones, y que evocan el proceso de transición a la monstruosidad, sociológica y personalmente hablando. Este nuevo trabajo, que él define como "minimalista", refleja su predilección por "la sencillez y la esencia de las cosas", valores que cada vez son más importantes para él. Una forma de trabajar la suya, sin armar mucho ruido y deshaciéndose de lo que sobra, que contradice los cánones actuales, más propensos a la exhibición y la extravagancia. "No voy contracorriente, la corriente va contra mí. Yo sólo trato de vivir en armonía con lo que entiendo que debe ser el sentido de la vida", se excusa.
Enemigo de las etiquetas, no cree que encaje, ni pretende hacerlo, en el género de canción protesta. Ni siquiera se siente identificado con una determinada generación de cantautores. "En los años 60 y 70 hubo movimientos reivindicativos, pero toda canción surge de un estado de ánimo, de queja o de celebración", explica el autor de Al alba, quien sólo entiende de dos categorías, "la buena música y la mala". Hasta ahora el "basilisco" que es el actual sistema le ha inspirado sobre todo malestar a la hora de componer, pero advierte: "Está dando (el sistema) sus últimos coletazos, ya no da para más". En medio de esa agonía, en la que Aute cree que el sistema se ha reservado sus golpes "más duros", también hay lugar para creer en la resistencia del hombre ante la adversidad. "Si la gente reivindica sus derechos, antes o después consigue sus propósitos", afirma en relación al drama de los desahucios.
Tras haber vivido la dictadura franquista, el artista está convencido de que la actual situación es incluso peor que aquélla, porque "no es un régimen el que está afectado, sino todo el sistema". "Entonces había que superar una situación, todo estaba por hacer, pero ahora ya está todo hecho y no hay perspectivas de futuro", concluye.