Bilbao. Enara, de 3 años y fan de Txirri, acudió al concierto de ayer acompañada de su ama y de su amama. La actuación de los payasos Txirri, Mirri y Txiribiton, junto con la Orquesta Sinfónica de Euskadi, fue la excusa perfecta para reunir a tres generaciones diferentes que acudieron a disfrutar en familia del archiconocido repertorio de los cómicos más famosos entre los euskaldunes. La colorida puesta en escena de un concierto ameno y teatralizado consiguió un lleno prácticamente total; todo ello para enmarcar una actuación en la que sería difícil determinar si lo pasaron mejor los pequeños o los mayores.

Las nuevas tecnologías estuvieron muy presentes antes de comenzar la función, los móviles de última generación son demasiada tentación como para no fotografiar las sonrisas inocentes de aquellos txikis que desconocen estar presentes en un momento tan especial como el adiós de unos grandes artistas. Tanto era así que los pequeños, impacientes, no dejaban de revolverse en las butacas mientras sus padres, expectantes, trataban de calmar a las pequeñas fieras que, una vez comenzó a sonar la música, se amansaron como por arte de magia.

Han transcurrido cuarenta largos años desde que Txirri, Mirri y Txiribiton comenzaron su trayectoria artística para actuar en todos los escenarios de Euskal Herria. En 2002, en su treinta aniversario, grabaron el disco Txirri, Mirri eta Txiribiton eta Euskadiko Orkestra Sinfonikoa. Sin embargo, hasta este verano nunca antes habían actuado junto a la orquesta en directo. Casi 200 personas agrupadas en el Coro del Conservatorio de la Sociedad Coral de Bilbao y los coros Araoz Txiki y Easo Txiki -invitados de primera-, se subieron ayer al escenario para acompañar al trío de cómicos en el concierto de despedida que celebraron en el Palacio Euskalduna.

Primero hicieron acto de aparición los niños de los diferentes coros, entre sonoros vítores de los asistentes. Después, fue el turno de la Orquesta Sinfónica de Euskadi, seguidos por Juan José Ocón, el encargado de dirigir el concierto. Cuando las luces se apagaron Txirri, Mirri y Txiribiton Junior salieron e intentaron suplantar la identidad de los Senior, pero los niños no se dejaron engañar. Y, entonces, llegó el momento más esperado, cuando los payasos originales, y más queridos, se dejaron ver.

Las canciones más conocidas de los payasos hicieron las delicias de los presentes: Txirri, Mirri eta Txiribiton, Moro katua, Kli kla telebista, Behin edo behin, Ttip eta ttup, Barre egin, Pintto, pintto, Paristik natorren, Zapi zuria... Una recopilación de melodías solemnizadas y orquestadas a la perfección por Tomás Aragüés y José Luis Greco. Una de las partes más especiales llegó con Pintto, pintto. Cuatro niños de los coros cantaron con los payasos y se solicitó la participación del público, para que todos entonaran al unísono una de las canciones más conocidas. No obstante, el momento más emotivo fue con la canción final, Zapi zuria, con miles de pañuelos blancos agitándose en lo alto en señal de despedida.

Una despedida de la que se extraen dos conclusiones, tal y como señalaba Txirri: la primera, que comenzaron siendo muy jóvenes, actuando de payasos de forma totalmente inconsciente, y la segunda, que se están haciendo mayores "sin llegar a estar cascados", más o menos dejándose llevar como en sus comienzos. Durante su actuación, la parodia de la realidad fue muy oportuna, ya que el relevo generacional de los payasos está garantizado con los Junior.