PARÍS. El modisto belga Raf Simons dio hoy a su debut como director artístico de Christian Dior el signo de la flor, tanto en la silueta y el color de muchos de sus modelos, como en el decorado ante el que presentó su primer, esperadísimo y aplaudido desfile de Alta Costura para el otoño-invierno 2012-2013.

El lugar elegido, un lujoso palacio de la avenida Iena, junto al Arco del Triunfo y los Campos Elíseos de París, hizo que en lugar de un desfile organizase dos, uno tras otro, ambos con un reducido número de invitados repartidos en diferentes salones, cada uno "vestido" de un color y una flor dominante, de orquídeas blancas, rosas rosas, rojas, iris o mimosas.

Una veintena de variedades en total, de las que se utilizaron, según fuentes de la casa, cerca de un millón de ejemplares.

Además de ser espectacularmente bello y original, ese insólito telón de fondo había sido pensado ya como "una metáfora de la colección misma", según las notas entregadas a los invitados, como pudo comprobarse en casi cada modelo, por sus colores y también por sus volúmenes, abiertos como flores sobre la silueta femenina.

La idea era despojar a la flor de su aspecto decorativo para acercarlo a una idea de pureza arquitectónica, en armonía con los modelos creados, de corte perfecto y a menudo de gran sobriedad.

El espectáculo fue multicolor, pero comenzó con una serie de trajes negros, de chaqueta con caderas realzadas, pantalones rectos pitillo hasta los tobillos y vestidos recogidos con un cinturón metálico del mismo tono.

Negro, pero ya sin mangas, para cócteles y ocasiones más especiales aún, el nuevo traje pantalón Simons/Dior se convirtió en un top-minifalda con escote palabra de honor sobre pantalones pitillo. Como una flor.

Esa prenda, a medio camino del top y del minivestido, a veces con pequeñas mangas cortas, a menudo con escote palabra de honor bordado de pedrerías, en estrecha relación con la histórica chaqueta Bar del Dior de los años cincuenta del siglo XX, será una de las claves del próximo otoño-invierno Dior visto por Raf Simons.

Se llevará siempre sobre pantalón pitillo hasta los tobillos y el conjunto, además de negro, podrá ser blanco y de colores.

La idea de flor/pantalón negro se declinó, igualmente, en tops de escote palabra de honor enteramente bordados de gris, rojo y azul o bordó las caderas de una chaqueta negra entallada cerrada en profundo escote en "v" sobre el pecho.

Esa misma idea de cuello en "v", más o menos profundos, para trajes de día y también de noche, será, de hecho, otra de las características Raf Simons para Dior.

Al igual que los vestidos de baile de amplia falda, entallados hasta la cintura con el torso cerrado hasta el cuello y semitransparente, con escote en "v" o con escote palabra de honor.

Para las grandes ocasiones, los vestidos se hicieron de astracán y visón, y los volúmenes a veces impresionantes, en enormes faldas bordadas de plumas de cisne, con bordados de pedrería y en vestidos túnica de colores muy vivos, verde, coral o azul.

En total fueron 54 modelos, en los que el gris ocupó un lugar importante para vestir de día a las mejores clientas de la firma, con una sobriedad y un lujo muy acorde con los tiempos y con los diez años en los que el maestro fundador dirigió la Maison Dior, de 1947 a 1957.

Década en la que el nuevo modisto inspiró su colección para extraer una elegancia suntuosa y minimalista a la vez, muy diferente del Dior barroco que durante más de diez años impregnó las creaciones de su antecesor, el británico John Galliano.

Del momento crucial vivido hoy, tras un año de desfiles sin director artístico, el presidente de Christian Dior Couture, Sidney Toledano, dijo a Efe sentirse "muy feliz de que Raf haya entrado en vibración con la marca".

El éxito que acompañó el desfile "significa que hay un gran creador, que ha sentido esta marca y sobre todo el trabajo de su fundador", su pasión por la arquitectura, el corte y sus materias, añadió.