Bilbao. En la tercera planta del Guggenheim Bilbao, frente a La arquitectura del espejo, de Michelangelo Pistoletto, el visitante se sentirá por unos segundos parte de la obra de arte. La creación de este artista italiano, máximo exponente del arte povera, ha servido para dar título a la exposición, El espejo invertido, con la que el museo bilbaíno abre su programación de este año. Medio siglo de arte, 93 obras y 52 artistas como Tàpies, Saura, Schnabel, Bruce Nauman, Andreas Gursky, Sigmar Polke, Jeff Wall o Michelangelo Pistoletto forman parte de esta selección de obras de las colecciones de la Fundación la Caixa y el MACBA de Barcelona, que podrá verse por primera vez fuera de sus sedes, tras el acuerdo que firmaron ambas instituciones en 2010 para poner en común el conjunto de sus obras. "La colección es referencia en el arte contemporáneo en Europa", aseguró el director general del Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte.
La muestra explora los movimientos que han supuesto un periodo de inflexión en el desarrollo de las artes visuales desde finales de los años cuarenta hasta la actualidad. El recorrido se inicia en la sala 304 con dos movimientos que contribuyeron a renovar el lenguaje artístico tras la guerra civil en el Estado: Dau Al Set y El Paso. El primero surgió en Barcelona en torno a la revista del mismo nombre. En este movimiento, también colaboró Jorge Oteiza.
Una de las partes más destacadas de la exposición son las fotografias que ocupan las salas clásicas de la tercera planta. En el apartado de Landschaft destacan las imágenes realizadas por fotógrafos de la Escuela de Vancouver, de la Escuela de Dusseldorf y de otros profesionales que se podrían englobar en esta misma filosofía, como Manolo Laguillo o Xabier Ribas.
En otra de las salas, el visitante se topa con una de las imágenes provocadoras e intrigantes de la artista italiana Vanessa Beecroft. La fotógrafa trabaja la imagen de la mujer formando cuadros vivientes y en esta ocasión, en su Madonna negra con gemelos, ha captado con su objetivo la imagen de una anónima mujer sudanesa, que golpea en la retina del espectador.
En la misma galería se encuentran los autorretratos de Cindy Sherman y los de la artista británica Gillian Wearing, que presenta una serie de copias de retratos de su familia, incluso de ella misma a los 16 años, reconstruyendo el escenario. "Confecciona los rostros de su familia en silicona, para luego ponérselos y realizar una copia exacta de la antigua fotografía familiar solo que con ella detrás de las máscaras", explicó Álvaro Rodríguez Fominaya.
En la sección, Los límites de la performance se examina el origen de las intervenciones artísticas en los años sesenta y setenta, así como las diversas posibilidades y variantes de este medio. Se puede ver, por ejemplo, una videocreación feminista de Martha Rosler, Semiótica de la cocina, que muestra a la propia artista parodiando el rol de la feliz ama de casa, con su léxico culinario, a veces violento y sobre todo, cargado de una explícita frustración.
En la sección El espejo invertido se incluyen obras monumentales realizadas entre los años 1988 y 1990, que tienen en común la experimentación a través de los materiales empleados y la escala utilizada. Además de la obra de Pistoletto, se exhiben el tríptico Gomas I, II, III, de Enzo Cucchi, realizado en látex y metal y otro tríptico de Sigmar Polke, realizado a base de laca y pintura sobre tela.
Cierra la exposición Levedad, gravedad y otras imposibilidades, que agrupa obras en formatos diversos por autores como la artista venezolana Gego, que presenta sus redes de alambres que se entremezclan; el brasileño Ernesto Neto, con sus tules de lycra; y la instalación de Damián Ortega, Movimiento en falso, tres barriles de petróleo suspendidos, en la que aborda la economía del petróleo.