Vitoria. Han transcurrido veinte meses desde que las instituciones que conforman el Consejo de Administración de Tabakalera se dieran por primera vez un plazo para repensar el proyecto. Desde ese 20 de mayo de 2010, cuando a iniciativa de Odón Elorza se impuso una moratoria de medio año al proyecto para "redimensionarlo" y abaratar su coste, el tiempo de la reflexión sobre el Centro Internacional de Cultura Contemporánea (CICC) de Donostia se ha convertido en un bucle interminable.

El aplazamiento propuesto por el exalcalde donostiarra y aprobado por la Diputación de Gipuzkoa y el Gobierno Vasco supuso perder el segundo semestre de 2010. El año pasado empezó con nuevos bríos y en abril se iniciaron las obras de demolición de parte del edificio. Las elecciones de mayo desembocaron en un nuevo retraso de la toma de decisiones sobre el centro, a iniciativa de Bildu, recién incorporado a las instituciones. En septiembre, finalmente, se dio luz verde a nuevas licitaciones. "La estrategia política ha sido tirar adelante con el proyecto arquitectónico, pero poner en cuarentena el proyecto cultural", asume Jon Montero, cuyo estudio ganó el concurso de arquitectura. El equipo de Montero ha ideado la reforma de manera que se puedan hacer ajustes cuando finalice la eterna reflexión y se sentencie el contenido de Tabakalera, aunque el arquitecto concede el "mérito fundamental" al edificio, cuya estructura y arquitectura "funcional y brillante" favorece la adaptación al abanico de condiciones posibles, y al proyecto cultural que pilotó Joxean Muñoz, que está "muy bien concebido". Con estas premisas, se prevé que el lunes accedan al edificio las grúas, el marchamo más claro del inicio de la gran obra civil, la parte más importante, que se prolongará casi dos años. Pero el futuro de Tabakalera depende, en realidad, de otra fecha: el 1 de febrero, la reunión que las partes implicadas intuyen como "definitiva" para dilucidar qué proyecto cultural se llevará adelante en la antigua fábrica de tabacos. Además, se entiende que en ese consejo se decidirá la convocatoria pública para escoger un nuevo gerente y un nuevo director general. "Eso se espera al menos", confiesan fuentes del centro, que subrayan la "necesidad" de que se adopte una decisión, de que "se apueste por un camino".

2011 terminó con un nueva piedra en el zapato del proyecto. En la última reunión del Consejo de Administración reinó el desencuentro por el choque entre dos posturas contrapuestas para dotar de contenido al CICC. Los representantes del Gobierno Vasco apuestan por hacer converger el proyecto de Tabakalera con 2016, algo que no convence ni a la Diputación ni al Ayuntamiento de Donostia, que apuestan por preservar el proyecto cultural original de Muñoz, aunque adelgazando su coste y con una nueva figura que lo "racionalice" y lo ponga en marcha.

Este último aspecto se ha revelado especialmente complicado: dos concursos convocados para sustituir al creativo donostiarra se han declarado desiertos. Su figura ha adquirido la apariencia de irremplazable en los 20 meses transcurridos desde las circunstancias traumáticas que propiciaron su dimisión. Independientemente del director general, el departamento de Cultura de Lakua considera, en cambio, que este proyecto ha naufragado y que Tabakalera debe unir su destino a la capitalidad.

DOS PROPUESTAS Y... Tres caminos

El autor del proyecto arquitectónico, que fue escogido hace más de tres años, asume con cierta naturalidad el embrollo de la situación: "Ha habido circunstancias personales que no se podían prever, pero es verdad que un proyecto de estas características, con su dimensión, su precio y su contenido pionero, era bastante previsible que se complicase", reflexiona.

Mientras unos y otros reflexionaban, el proyecto ha conquistado el deseado cuarto socio, Kutxa, que, a cambio de hacerse cargo del 23% de la financiación, ocupará más de 6.000 metros cuadrados con sus iniciativas culturales. Pero en el camino también ha dejado activos valiosos. Pierde, definitivamente, a Muñoz, a quien las instituciones han intentando convencer para que regrese sin éxito; y a la gerente, Miriam Anitua, que abandonó oficialmente por "motivos personales", aunque en el consejo se asume que la "indefinición" en la que está sumido el proyecto condicionó su salida. También se ha marchado la responsable de contenidos audiovisuales, Esperanza Luffiego, que se decantó por otra oferta de trabajo.

En el equipo de Tabakalera permanecen ocho supervivientes: dos en el área de contenidos, dos en comunicación, dos en la mediateca, uno que funciona como enlace en cuestiones arquitectónicas y uno en administración, además del arquitecto Jesús Barreiro, un funcionario municipal que ha asumido la gerencia temporal.

El portavoz del PNV en el Ayuntamiento donostiarra, Eneko Goia, uno de los cinco representantes del Consistorio en el Consejo de Administración de Tabakalera, tiene la "impresión" de que las paradas de Bildu para "estudiar y reanalizar" el proyecto le han venido muy bien al Gobierno Vasco, que "no tiene mucho interés ni mucha prisa en el proyecto, porque es mucho dinero y en este momento no le viene bien, aunque no ha querido explicitarlo".

La presidencia del Consejo corresponde en estos momentos al diputado general de Gipuzkoa, Martin Garitano, aunque es el alcalde de la ciudad, Juan Karlos Izagirre, quien ha hecho más esfuerzos por retomar el proyecto.

Para abaratarlo, se ha decidido duplicar los espacios de oportunidad que se preveían en el primer redimensionamiento: según el arquitecto, de 7.000 pasarán a 15.000 los metros cuadrados -en los que están incluidos los reservados a Kutxa- que se destinarán a actividades que puedan resultar rentables para el CICC, como el alquiler a terceros.

Con el no de Muñoz y la dimisión de la gerente, el Gobierno Vasco ha "aprovechado la ocasión para decir que éste es un barco a la deriva, y apuesta por que se una a la capitalidad de 2016", analiza Goia, para quien lo que se pretende, en última instancia, "es simplificar la pasta que tiene que poner en Donostia; la pongo para la capitalidad y que se la repartan". Como ni el Gobierno municipal ni la Diputación estaban de acuerdo con la propuesta, decidieron darse, nuevamente, un mes más para volver a "reflexionar", plazo que finaliza mañana. Se desconoce si en este tiempo las instituciones han mantenido algún contacto, porque no han querido pronunciarse, pero el portavoz del PNV considera que existe el "peligro" de que alguna de las instituciones abandone. Goia contempla tres escenarios: que las instituciones se den más tiempo -pero al igual que los trabajadores y el arquitecto cree que el próximo 1 de febrero se "decantará" por alguna opción, porque "no se puede mantener más esta indefinición"-; que la Diputación y el Ayuntamiento inicien el proceso de elección del director y rehagan el proyecto cultural, y que el Gobierno Vasco ponga unas condiciones y acepte; o que el Ejecutivo diga que se marcha. Ahí reside "el peligro", advierte el edil del PNV, que considera que "todo dependerá del miedo que tenga cada institución de escenificar su ruptura".

LAS ENTIDADES El horizonte

Entre los que esperan que el faro de Tabakalera apague las discrepancias, sortee el exceso de meditación y llegue a buen puerto figura el director de la Filmoteca Vasca, Josean Fernández, una de las entidades a la que las instituciones encontraron acomodo en la fábrica de tabaco desde el principio.

"Tabakalera es para nosotros un horizonte claro y de normalización de la filmoteca, porque supone la unificación de archivo, la apertura de nuestra biblioteca a investigadores, integrada en la mediateca, la existencia de salas de cine en las que pudiéramos programar... Eso es dar un salto extraordinario a la situación que tenemos hoy", asevera. "Francamente sería una noticia horrorosa que Tabakalera no viera la luz pero -se repone el responsable de la Filmoteca, optimista- no creo que eso vaya a suceder".