Ni una sola queja, ni crítica ni petición de explicaciones ni entre los partidos políticos ni desde otros componentes de la asamblea de Caja Vital. O, por lo menos, nadie lo ha hecho público. Podría dar la impresión de que a la entidad dirigida por el socialista Carlos Zapatero le ha salido gratis su decisión de enterrar para los restos la gran apuesta de su Obra Social para el siglo XXI. Pero no es cierto. 2011 tenía que haber asistido a la puesta en marcha definitiva del centro cultural Krea desde su sede en Betoño. Nada más lejos de la realidad. El camino ha sido el contrario y el resultado son 18 millones de euros y cinco años de trabajo tirados a la basura. Sin olvidarse de las personas que ya están en la cola del paro.

Pero es posible que ahí no quede la cosa. El proceso de fusión de las cajas vascas coincide con el hecho de que, en los dos próximos años, casi el 80% de la estructura de dirección de la Obra Social de la Vital se jubila. Eso, unido a que, con la creación del nuevo banco, la toma de decisiones se encuentra en Bilbao y que los recortes presupuestarios para 2012 son una realidad, hacen pensar dentro de la entidad que lo de Krea es sólo el principio.

Los costes que supondría abrir el centro han sido la excusa perfecta para no inaugurarlo, aduciendo, a través de voces secundarias que no son las que deberían dar la cara, que destinar dinero al mantenimiento del reformado convento de las Carmelitas significaría dejar de cumplir compromisos con las personas mayores o con los necesitados, citando de manera explícita a la Fundación Mejora y a Cáritas. Pero es un argumento que se sostiene con mucha dificultad puesto que varias personas que trabajan de manera habitual con la caja alavesa en acciones culturales han recibido comunicaciones en las últimas fechas avisando de más recortes e, incluso, supresión de algunos programas y esta vez el fantasma de Krea no sirve, así que las culpas se están derivando a la fusión y a la crisis.

La realidad es que la decisión sobre finiquitar el proyecto de Betoño se tomó hace casi un año, tras desestimar la posibilidad de abrir el edificio de manera parcial. La culpa, en teoría, la tenían los tres millones de euros que hubiera costado mantener en funcionamiento el centro, uno de los cuales estaba garantizado recuperar a través de diferentes convenios, colaboraciones y recursos propios. Cabe recordar que las cuentas de la Obra Social rondan los 25 millones. Desde la pasada primavera, y a pesar de algunos intentos de última hora, el abandono del proyecto era total y desde ese momento decisiones como la marcha de la directora, Araceli de la Horra (que ha regresado al Ayuntamiento de Gasteiz para volver a ponerse al frente de Montehermoso), fueron sólo la confirmación de lo ya conocido. Y aún así, hoy es el día en el que ni el presidente de la caja ni el vicepresidente del que ha dependido la Obra Social han certificado la defunción, han defendido su postura y han aclarado cuál va a ser su política cultural de futuro.

El pasado 30 de noviembre, Krea cumplió cinco años desde su puesta de largo ante la sociedad en 2006. Pero fue un día triste, sin celebraciones, sin sede, sin ánimo. Para este 2012, además, las dudas se mantienen con respecto a qué política cultural seguirá la entidad dentro del nuevo banco (si es que tiene alguna).

Principio y fin Un espacio de producción y formación destinado, sobre todo, a los artistas jóvenes que iba a fundamentar su acción en un ambicioso programa de ayudas que tenía su tronco principal en el plan de becas de residencia. Un edificio sostenible y ágil que iba a contar con servicios de hostelería y que, junto a la también nueva sede de la Fundación Sancho el Sabio, tenía que conformar un nuevo polo de atención en Betoño que fuese más allá de la cultura, que sirviese para la revitalización urbanística y empresarial de la zona. Eso quería ser Krea.

El proyecto, que nació mirándose en el espejo de la Casa Encendida de Caja Madrid, fue puesto en marcha y vivió su impulso real a raíz de la implicación personal de Gregorio Rojo, hoy máximo representante de la Cámara de Comercio de Álava. El entonces presidente de la Vital tenía muy claro que era necesario reformar la Obra Social y meterla de lleno en el nuevo siglo de la mano de un centro cultural de los llamados de cuarta generación.

Toda vez que se eligió a De la Horra, se consiguieron los terrenos en Betoño mediante una permuta con el Consistorio vitoriano y se encomendó a los arquitectos Roberto Ercilla y Miguel Ángel Campo la confección del proyecto, todo se empezó a poner en marcha con dos caminos paralelos.

El primero, el de las obras, fue el más escabroso y, en realidad, una de las causas de la situación actual puesto que todo el mundo dentro de la entidad tiene claro que si el edificio hubiera estado listo antes de la marcha de Rojo, Krea sería una realidad desde hace tiempo.

La necesidad de modificar las normas urbanísticas para permitir la construcción del edificio de cristal que abraza al antiguo convento fue el principal problema con el que se encontró el proyecto, puesto que el Ayuntamiento, en manos entonces del PSE, sin que se sepan todavía muy bien las razones, alargó los plazos a más no poder. Los trabajos empezaron más tarde de lo previsto y la crisis obligó a adaptar los planes arquitectónicos al nuevo contexto. En otoño de 2010, las obras estaban terminadas y todo estaba dispuesto para que a finales del invierno de 2011 se produjese la inauguración del espacio (la fecha del 15 de marzo fue la que estuvo encima de la mesa). Ahora, los 14 millones de euros (más otros 4 de IVA) que ha costado el complejo están muertos de la risa esperando que, como ha insinuado alguna vez Zapatero, se le encuentre al lugar un uso relacionado con el mundo empresarial y, tal vez, algo se dedique a la cultura.

El segundo camino por el que han transitado estos cinco años ha sido el de la acción. El grupo de dirección de Krea ha estado desde el segundo uno dando pasos para llegar a la apertura del edificio con el proyecto en marcha, mientras asumía de paso la gestión de espacios como la sala Araba o el Aula Fundación Caja Vital, y de programas como Zinemastea o los certámenes de cómic, cuyo futuro inmediato pasa por la externalización y la gestión a través de la empresa Punto Cultural, cuyo responsable es Fernando Martínez de Viñaspre.

Desde la oficina provisional de la plaza de los Fueros y gracias también a Internet, Krea ha organizado talleres, seminarios, conferencias, exposiciones, ciclos, maratones culturales... ha impulsado colaboraciones con instituciones, empresas, asociaciones y colectivos de Álava pero también de otros lugares, estableciendo también conexiones internacionales... y ha fundamentado su apoyo a los jóvenes creadores en su ambicioso programa de ayudas.

Todo eso ya no existe. El edificio de Betoño es lo único que queda, un gran monumento a cómo una entidad financiera participada por los poderes públicos puede hacer el ridículo hasta límites insospechados.