Todo empieza en el garaje. Antes de la reforma de 1991, este espacio estaba repleto de viejos carteles que habían ido dejando compañías de lo más diverso. Hoy ya casi no queda huella de aquello. Por lo menos física. Otra cosa es en espíritu. Justo ahí, la Red Municipal de Teatros recibe a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA para hacer juntos el mismo recorrido que realizarán dentro de unas semanas los afortunados que han conseguido plaza para asistir a una de las cuatro visitas guiadas a las tripas del Principal, un señor escenario que el próximo 18 de diciembre cumplirá 93 años. Anécdotas, secretos y lugares inaccesibles tanto a varios metros de altura como bajo suelo se van sucediendo en un paseo entre focos, cables, telas...
Quien no tenga ya su hueco reservado para los recorridos que se llevarán a cabo los días 20 y 26 de noviembre (tres en castellano y uno en euskera) lo tiene complicado. El pasado 18 se repartieron las invitaciones y en diez minutos volaron todas. Hay que tener en cuenta que los grupos no pueden ser muy grandes (no más de 20 personas). De todas formas, en la Red Municipal piensan en repetir la experiencia con el gran público más allá del XXXVI Festival Internacional de Teatro, viendo la acogida.
En realidad, en el Principal ya tienen callo. Suelen realizar visitas del mismo tipo con estudiantes de FP de manera habitual, aunque en estos casos se incidan en algunos aspectos más técnicos de lo que se va a hacer ahora. Además, en 2005, las tablas de la calle San Prudencio ya compartieron una experiencia parecida con motivo del 75 aniversario del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro. Vamos, que los ensayos están hechos y sólo queda esperar al estreno.
El hilo argumental es muy sencillo, la Red Municipal va a tratar a los participantes en esta iniciativa (igual que ha hecho con este periódico) como si fueran miembros de una compañía que acaba de llegar a Gasteiz para tomar parte en el Festival Internacional de Teatro. Por eso el primer encuentro, antes de nada, es en el garaje del Principal. Ahí estará el equipo técnico del escenario para comenzar a vivir dos horas entre bambalinas, "aunque, al final, los tiempos vienen marcados por la curiosidad de la gente, por la cantidad de preguntas que nos hacen", comenta Moisés San Mateos, el guía en esta ocasión de DNA.
En todos los rincones El hall o el acceso al anfiteatro, y la zona de butacas. Eso es todo lo que, por lo general, ve cualquier persona que acude a un teatro a la italiana como es el Principal. Es más, hay ocasiones en las que el público no pasa ni de la entrada, como sucedió en el festival de 2010 con la premiada La función por hacer, que se llevó a cabo en el vestíbulo.
Eso cambia en estas visitas especiales. Del frío garaje donde los grupos descargan sus camiones (aunque en ocasiones no entran y el proceso se debe hacer desde la calle), los técnicos de la Red Municipal siguen camino hacia los camerinos, de un blanco impoluto. "Hay gente que tiene en la cabeza muchas ideas preconcebidas y se cree que aquí se va a encontrar con algo extraño, pero esto mucho más sencillo", explica San Mateos.
Más curiosidades empiezan a aparecer en la siguiente parada del recorrido. La visita pasa entonces justo debajo del escenario y es ahí cuando se aprecia algo que pocos saben: el suelo del teatro está inclinado. Es ésta una zona repleta de materiales esenciales para la vida de cualquier montaje, concierto o acto que se realice en el Principal. Detrás de una puerta se encuentra un piano de cola. En la siguiente, otro de pared, que como describe Moisés, se suele llevar mucho a los camerinos cuando un músico que luego va a tocar quiere calentar y practicar un poco. Y junto a estos instrumentos, filtros, cables y, sobre todo, ese amplio mundo de los focos, que puede que alguno piense que todos son iguales, dan parecidas prestaciones y sirven más o menos para los mismo, pero de eso nada. Que si recortes, que si fresnel, los pcs... "Cuando hacemos las visitas para la gente de FP, éste es un punto donde a ellos les gusta detenerse bastante, pero veremos qué pasa con el público que venga en noviembre", dice San Mateos.
Justo desde ese lugar, la siguiente parada es el foso móvil, una de las grandes novedades introducidas en la última reforma integral del edificio de la calle San Prudencio realizada hace ahora 20 años, un mecanismo que permite que, dependiendo de las necesidades de cada espectáculo, el escenario tenga más o menos metros.
Llega entonces el instante de salir de debajo del suelo y emerger al escenario. "Y aquí sí que las preguntas se suelen multiplicar. Tienes que explicar qué es el fondo o la boca, qué es una pata o qué quiere decir eso de estar entre bambalinas... y, sobre todo, describimos cómo se va haciendo el montaje, porque esto no es llegar, poner la escenografía y ya está". Además, como bien recuerda Moisés, en este punto se espera que se produzca una pregunta que a los técnicos del Principal les hacen mucho: ¿de dónde se ve mejor?. "A quien venga, se lo diremos, pero en contra de lo que algunos piensan, no por estar en primera fila las obras se aprecian mejor", asegura.
Tras pisar las mismas tablas que han recorrido algunas de las figuras más importantes de la escena internacional de las últimas décadas de la mano del Festival de Teatro, toca el turno de escalar a unos 18 metros de altura. Ahí, en el peine, hay que conocer todo el entramado de cuerdas, varas, contrapesos y demás herramientas que hacen posible que la magia del teatro se haga realidad. Como si el escenario fuera un títere, es aquí arriba donde se encuentran los hilos que manejan muchas de las cosas que pasan ante el público. Y lo más sorprendente es que lo que se pisa es sólo madera. Además, en esta parte se explican algunas de las enfermedades y carencias que sufre el inmueble, que no hay razón para ocultar lo que pasa con una edificación de 1918.
La visita empieza entonces su parte final. Desde lo alto del escenario se viaja a la zona del anfiteatro, donde se ubica la cabina para los técnicos de luz y sonido, dos mundos que han cambiado mucho en los últimos años gracias a las nuevas tecnologías. Hoy es el día en el que casi todo está programado y sólo hace falta, aunque sea simplificando, darle al play.
Es el momento de ir bajando hacia la salida. A DNA no porque todavía no estaban terminados cuando el periódico hizo el recorrido, pero a los visitantes de finales de noviembre sí se les entregarán dos cosas antes de marcharse. Una, un pequeño glosario con algunos de los términos más comunes en el teatro. Otra, un plano del escenario. Para esta vez ya no quedan plazas. Pero puede que en invierno se repita la experiencia. Pasen y vean.