Vitoria. Desde hace ya tres años no están las cosas como para muchas alegrías y, encima, no tiene pinta de que el contexto vaya a mejorar mucho. Es más, parece que va a suceder lo contrario. Ni siquiera centros en cuyo patronato se encuentran presentes varias instituciones se están salvando de los recortes pasados y presentes. Es el caso de la Escuela de Artes y Oficios, que para conseguir pagar varios de los aspectos de difusión de su actividad expositiva ha tenido que buscar ayuda.

Por suerte para el centro, la ha encontrado y bien cerca. La Fundación Amárica (no hay que olvidar que el pintor estuvo más que ligado a la escuela durante muchos años) ha dado el paso al frente para, en la medida de sus posibilidades, hacer posible que el trabajo de cara al público que se viene desarrollando desde hace siete cursos pueda seguir manteniéndose.

Ese convenio de colaboración firmado por las dos partes es ya una realidad y, por decirlo así, se estrena justo hoy, con la apertura de las dos primeras muestras de esta temporada 2011-2012. Ana Rakel Ruiz de Sabando y el colectivo Objetivo 33 son los protagonistas de este nuevo inicio de la mano de unas exposiciones que permanecerán abiertas al público hasta el próximo 11 de noviembre.

La mecánica de Artes y Oficios no varía. Por un lado, los artistas invitados. Por otro, los alumnos del centro. Entre ambos se conforma una oferta que irá sumando nombres y propuestas cada mes hasta que llegue el final de la primavera. Proyectos como el de Ruiz de Sabando, quien acude a la llamada del centro con Refugios inconscientes-ezusteko gotorlekuak.

La creadora alavesa da un pequeño paso hacia atrás, hasta el año 2009, para, con piezas que llegan hasta la actualidad, realizar una pequeña retrospectiva sobre la evolución de su trabajo, sobre ese paso de las dos dimensiones a las tres, del juego entre la pintura y la escultura. "Es algo que me obsesiona en el sentido de que es el motor de lo que quiero hacer", explica la autora, que se sirve además de materiales de desecho y del trabajo con las propias manos para componer sus propuestas artísticas.

En el caso de Objetivo 33, el colectivo actúa en casa. Nostalgia es el título que engloba una serie de trabajos fotográficos que evocan a la época de la niñez, cuando todo estaba esperando para ser descubierto y aprendido. Pero no es una mirada simple al pasado, sino un intento por recuperar para el hoy el hábito y la sensación de conocer cada día algo nuevo y diferente.