lA televisión está llena de nombres propios que suben y bajan en cotizaciones de productoras y cadenas. La necesidad de trabajar con estrellas, con nombres propios de la información o el entretenimiento desemboca en un inmenso vertedero de nombres, donde la fama de antaño o la púrpura de hogaño duermen arrumbadas por otra avalancha de nombres que por cierto correrán similar fortuna.

Viene esta filosófica introducción a cuento de lo que le está ocurriendo al último presentador de Un, dos tres, Luis Larrodera y a la ganadora de la ultima edición de Supervivientes, Rosa Benito. Aquel se busca la vida haciendo bolos con Xavier Dertel, olvidado de los despachos que un día creyeron en él y ahora transita por el desierto del olvido y la pena mora de la ausencia. La otra, reinona del reality surca lujosas oficinas de Tele 5, amenazando con irse a la competencia, si no le suben el caché y protagonismo en el plató. Larrodera acaba de presentar la gala final del FESTVAL con soltura, ritmo y valentía que le acreditan como profesional a la hora de presentar show, concurso o entretenido espacio de tele. Su arranque de gala fue antológico, metido en una cama en medio del escenario, capaz de recibir en pijama al mismísimo Luis del Olmo.

Larrodera demostró dotes para la empatía con el público, dominio para comunicarse, sabiendo meter a los premiados en el clima festivo, lo que consiguió en tres momentos mágicos con Mainat, Del Olmo y Prats haciendo sus pinitos como cantantes. Y pidieron que la televisión se acuerde de este animal televisivo, que las productoras recuperen a un tipo con vis televisiva y futuro prometedor. Mientras, Rosa Benito sube como la espuma y no le faltará trabajo y las cadenas se pelearán por una profesional del cotilleo que entró en esto por ser cuñada de la extinta R. Jurado. Los designios de la tele son inescrutables.