Vitoria. El sentimiento rockero florece en Gasteiz durante los tres días que dura el festival. Un estilo que, aunque a simple vista parece no encajar demasiado con una ciudad pequeña y según dicen, bastante tradicional, le sienta muy bien. Lo sabe llevar y lo ha demostrado desde que el Azkena pisara por primera vez la capital, hace ya diez ediciones.
Y es que, si el mayor evento de rock del Estado hace vibrar a las miles de personas que acuden cada año, tampoco pasa desapercibido para los casi trescientos mil habitantes de la capital alavesa. Sobre todo, si nos centramos en ciertos sectores, donde las jornadas laborales se convierten en auténticos maratones.
Hablamos con tres profesionales procedentes del sector servicios para que nos cuenten cómo viven estos días. Son José Antonio García, presidente de la Asociación de Taxistas de Álava, Alberto Ortiz de Zarate, propietario del restaurante El Portalón, y Miguel Ángel Jofre, director del hotel Ciudad de Vitoria. Los tres coinciden a la hora de destacar el denominador común de estos días: trabajo, trabajo y trabajo. Y aunque en tiempos de crisis se agradece, una cosa no quita a la otra, y por tanto, también hay hueco para echar unas risas, compartir experiencias, y sobre todo, para disfrutar del buen rollo que caracteriza a los azkeneros.
Alberto Ortiz de Zárate
Propietario de El Portalón
Es la tercera edición del Azkena que Alberto Ortiz de Zárate vivirá al frente del restaurante El Portalón, uno de los establecimientos gasteiztarras que ha tenido el privilegio de acoger grupos de la talla de Juliette Lewis and The Licks y Black Crowes. Y eso, para un amante del rock como Alberto es todo un honor. De Juliette recuerda que comió muy ligero y fue muy atenta, mientras que los hermanos Robinson pidieron carne y mostraron interés por el vino de la tierra. Asegura que los integrantes de ambas bandas fueron muy agradables y le llamó la atención su cercanía, "no son nada divos".
Además de las bandas, son muchos los festivaleros que eligen El Portalón para darse un homenaje. "El perfil del cliente corresponde a jóvenes de treinta años en adelante que acuden en cuadrillas de 10-15 personas", concreta. Consciente de que este evento aglutina a gente de diversas edades, Alberto considera que "es un tipo de persona que aunque vaya de festival, no renuncia a comer bien". Para muchos, este céntrico establecimiento ya se ha convertido en una cita obligada en el Azkena.
A tan sólo una semana para que arranque el festival, El Portalón se prepara para vivir tres jornadas de intensa actividad. "Tenemos una ocupación bastante buena, aunque muchas reservas suelen llegar a última hora, sobre todo las de los grupos", pronostica. Desde que este evento recalara en la capital alavesa, Alberto ha intentado acudir todos los años: "por lo menos me acerco un día", concreta.
Los que no se pierden una son sus amigos y no hay duda de que están encantados de tener un amigo que tiene la oportunidad de tratar en persona con algunas bandas. Al hilo de esto, Alberto nos cuenta una anécdota que se repite año tras año: "uno de la cuadrilla vive justo en frente del restaurante y siempre está al tanto de quién viene cada edición. Ese día no se separa de la ventana hasta que los ve entrar por la puerta y entonces siempre me llama para decirme que me acuerde de lo que me había pedido", relata.
De este evento, Alberto destaca el buen ambiente que se respira. Y respecto a los grupos que hasta ahora han pasado por Gasteiz, recuerda la actuación de Black Crowes y la de los japoneses Electric Eel Shock, "por su puesta en escena", recalca. Le hubiera gustado ver a Kiss y le encantaría que viniera Linkin Park.
Está convencido de que acoger un evento de esta categoría en Gasteiz sólo trae consigo beneficios: "todo lo que sea sumar y contribuir a que Vitoria esté en el mapa nos favorece a todos", concluye convencido de que ésta será una gran edición.
José Antonio García
Taxista
José Antonio García lleva en el oficio doce años y desde hace cuatro es presidente de la Asociación de Taxistas de Álava. En su interior todavía queda mucho del rockero que fue, y aunque asegura no estar para estas historias, su espíritu le delata y con las gafas de sol puestas, su look es más rockero que nunca.
Para él y sus colegas de profesión, un evento de estas características resulta muy positivo. "Mueve gente y eso nos ayuda", matiza. Sobre todo en esta época de crisis, donde se han visto bastante afectados.
Ante la llegada del festival, los días pero, sobre todo las noches, se presentan largos. "No tenemos un plan global de actuación, sino que cada uno se organiza a su manera". Lo que está claro es que esos días "habrá más taxis que cualquier otro día". Deja claro que no es una labor constante, sino que depende de muchas circunstancias, por lo que prever las horas punta es complicado, "puede haber ratos donde no tengamos prácticamente volumen de trabajo y otros, en los que estemos desbordados".
El movimiento suele empezar horas antes de los conciertos fuertes, pero es al término de los mismos cuando los clientes se multiplican. Según comenta José Antonio, el perfil del cliente es gente joven, simpática y con ganas de pasarlo bien. Puntualiza, que "la mayoría de los que utilizan el taxi son personas que han cogido alojamiento en el extrarradio o bien gente de la organización".
Confiesa que esas noches se trabaja hasta que el cuerpo aguante, "normalmente hasta que estás cansado o hasta que deja de haber movimiento". Unas noches que pueden dar lugar a un sinfín de anécdotas. Entre las tantas que ha vivido, escoge ésta: "estaba a las puertas del recinto y se montaron cuatro chicos para que les llevara a Betoño. Cuando llegamos se bajaron tres y uno se quedó dentro. Me dijeron que no le conocían de nada. El caso es que era extranjero y no conseguimos entendernos, así que llamé a los municipales para que se hicieran cargo".
Rockero de pura cepa, entre sus grupos preferidos están Pink Floyd, Rolling Stone o Dire Straits. Asegura que hace algunos años ya le habría gustado acudir al festival, para ver a Bob Dylan o a Pearl Jam, sin embargo con la crisis, ahora ni se lo plantea, "prefiero trabajar", afirma sin dudarlo. Los grupos que vienen este año, no le suenan demasiado, y si tuviera que elegir se queda con el rock de antes, aún así intenta estar al día escuchando la radio. Un año más ésta será su inseparable compañera en un fin de semana que se presenta, cuanto menos, "entretenido."
Miguel Ángel Jofre
Director del Ciudad de Vitoria
Si El Portalón luce su faceta más rockera durante estos tres días, el hotel Ciudad de Vitoria no se queda atrás. Su director, Miguel Ángel Jofre, es la mejor prueba de ello. Aunque nos recibe impecable con su traje y corbata, se ha dejado las patillas más largas de lo habitual, un pequeño guiño al rockero que fue y sigue siendo. Y también a un evento gracias al cual las solicitudes se disparan, "desde marzo tenemos el hotel completo". En total, 149 habitaciones y aunque no todas están reservadas por clientes que vienen al festival, la mayoría sí.
La ida y venida de azkeneros le confiere a este céntrico establecimiento un aspecto inusual: "el hotel cambia radicalmente", afirma Jofre. "Entre semana, estamos acostumbrados a un cliente mayoritariamente de empresa, vestido con traje, corbata y maletín, mientras que el fin de semana solemos tener un perfil familiar". Por tanto, la diferencia es brutal, y confiesa que para él es un "perfil fantástico", con el que se siente bastante identificado. "Es un tipo de cliente que supera los 40 años, alguien que hace 20 años hacía lo que fuera por estar en primera fila de los conciertos y ahora, dos décadas después, con un mayor poder adquisitivo, no renuncia a sus principios, ni tampoco a la comodidad que supone un hotel de este tipo", explica.
La capital alavesa se viste de negro y el hotel Ciudad de Vitoria también. Como describe Miguel Ángel, resulta un atuendo muy característico "camiseta de algodón negra, patillas largas y desgraciadamente, menos pelo que hace 20 años", bromea. Pero, más allá de su estilo, el cliente del Azkena se distingue por su carácter: "es gente que transmite un espíritu tremendamente joven, muy educada y agradable", sostiene.
Miguel Ángel lleva al frente del hotel desde el inicio, concretamente 18 años, por lo que ha vivido todas las ediciones del Azkena. Su percepción es que el evento ha ido creciendo con los años, lo que ha repercutido muy positivamente en la ciudad.
Aún así, todavía recuerda el primer año, el cual les pilló totalmente desprevenidos: "hace diez años, cuando el festival se celebraba a finales de agosto, en Vitoria no había mucho movimiento, por lo que la mayor parte del personal cogíamos vacaciones por esa época", recuerda. "Cuál fue nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta de que esos días las reservas habían aumentado considerablemente. Sospechamos que podía ser el Azkena, pero decidimos esperar al año siguiente para confirmarlo", añade. Así fue, y desde entonces, se ha situado entre los fines de semana con más actividad del año.
Dado el trajín que implican estos días, asegura que prefiere "estar al pie del cañón". No tiene más que elogios para un evento que considera "totalmente positivo para la ciudad". Por eso le desea que dure muchos años o lo que es lo mismo: ¡larga vida al Azkena Rock Festival!