Estamos acostumbrados a ver a la mujer en el mundo del cine desde en el papel de actriz hasta en el de maquilladora, pero, desde hace menos tiempo, como directora. Y, sin embargo, hay una tradición que merece ser reivindicada...

Absolutamente. Es el punto de motivación que hay detrás de este ciclo de ciclos, el tercero de esta iniciativa. Más allá de algún festival especializado son obras que no se ven, no sólo entre el gran público, sino también entre la gente que trabaja en el cine, que desconoce estos trabajos. La mujer está en el cine como musa, como objeto erótico, de deseo, y se desconoce su otra labor desde hace mucho tiempo. En 1896 encontramos a la primera mujer directora, contemporánea de Méliès, Alice Guy. ¿Y eso quién lo sabe? El ciclo se podría llamar "¿Quién es Alice Guy?". La respuesta, en la mayoría de los casos, sería "no lo sé".

¿Usted se dedica a la arqueología del trabajo de estas directoras?

Es una parte de mi investigación, que tiene que ver con los discursos de género, con todo el discurso de la imagen y, sobre todo, con los mecanismos de poder, de exclusión a través de ella. Estas realizadoras, desde el descubrimiento del medio, han trabajado en la industria creando una obra importante, no sólo de una o dos películas. Alice Guy hizo cientos de películas en Francia, antes de irse a Estados Unidos, y siguió haciéndolas allí, creando su propia productora. Lo mismo pasó con Lois Weber, la otra gran desconocida de esa época, que hizo hasta quince películas, algunas perdidas.

¿Tuvieron problemas para crearlas o para mostrarlas?

En muchos casos, tuvieron hasta éxito de público, pero luego desaparecieron de la historia del cine y del ámbito de la crítica cinematográfica posterior. Cuando el cine era aún el teatro de los pobres, cuando no era una forma de arte, las mujeres pudieron crear libremente. ¿Por qué cuando tuvieron éxito desaparecieron? En muchos casos, las películas se han perdido y con un trabajo de arqueología se busca en los archivos para rescatarlas y enseñarlas. Como no tiene un discurso crítico que las soporte, nadie tiene interés en enseñarlas. Si hubiera interés, los dueños de los derechos si podrían tener también interés en producir un DVD. El pez se muerde la cola. Si hay interés, hay más razones para verlas. La otra cuestión es que, en muchos casos, se trata de películas atrevidas, experimentales, que por lo tanto son problemáticas y, cuando se hicieron, sabían que podían no tener distribución. Lois Weber hizo en los años 20 películas sobre aborto, contracepción, relaciones interraciales, cuestiones sociales... El productor se arruinó.

Si un director masculino se hubiera dedicado a esos temas, ¿hubiera sido también "censurado"?

En muchos casos se da un contradiscurso, un discurso problemático que no es totalmente fiel a los patrones que hay que seguir para hacer una película que la industria quiere o que el público quiere.

Lo que la hace más interesante...

Es duro, porque se te condena al olvido. Y no sólo las mujeres han sido olvidadas, hay también casos de realizadores que han hecho obras atrevidas, que no encajaban con el patrón, y que han sido apartados. Me interesa cómo se institucionaliza un discurso, cuáles son las características, qué es el cine como discurso, industria e institución.

Cuáles son sus cánones...

Cómo se crea el canon y el discurso hegemónico, también en la historia del cine. Estos ciclos están hechos con obras descuidadas, si no completamente olvidadas. Estas realizadoras, de una manera u otra, han trabajado mucho en la industria cinematográfica. Pero, ¿quién es Mary Ellen Bute? Lo podría plantear para casi todas ellas. Pues hizo la primera película sobre la obra de James Joyce y recibió el premio a la mejor opera prima en Cannes en el 65. Shirley Clarke recibió un Oscar. Ulrike Ottinger recibió dos años el premio de la crítica alemana. En muchos casos, han sido obras importantes que han recibido un reconocimiento, pero hay poca gente que conoce su trabajo.

El ciclo puede despertar las ganas de ver más cine de ellas, aunque sea difícil de encontrar...

Llegando a los años 80, es más fácil encontrarlas. Y es un privilegio que aquí, en este ciclo, se subtitulen.

¿Le satisface más si cabe "rescatar" que hacer un ciclo al uso?

Me gusta, me entusiasma y me sorprende. Cada vez que vuelvo a mirar los datos me digo "qué lástima". ¿Cómo puede ser que con un corpus tan importante no haya en circulación copias subtituladas o trabajos críticos de estas autoras? En castellano hay poquísimos, lo que es una buena noticia, en su tristeza, para quien quiera investigar. Hay todo un mundo por descubrir, lo que entusiasma y a la vez es raro en el 2011. Es un trabajo reivindicativo. En este ciclo de Montehermoso se enseñó el primer largometraje de animación de la historia del cine, de Lotte Reiniger. ¿Cómo puede ser que no se hable más de estas realizadoras? Varias de ellas murieron en la miseria más absoluta.

A pesar de ser géneros e historias diferentes, ¿hay algún hilo conductor en esta tercera selección?

Está reflejado en el subtítulo del ciclo, Entre la teoría y la praxis política. Lo que tienen en común es el hecho de haber invertido muchísimo en la imagen y el cine. Su compromiso teórico con el medio. Y en todos los casos, de forma explícita y consciente, hay compromiso con la crítica social, con el contexto y con la crítica a las formas de representación, con la puesta en cuestión de ciertas relaciones de género.

También hay y hubo directoras que no se plantearon cines diferentes...

Es difícil ir contracorriente. Hace falta mucha fuerza. Lo fácil es repetir lo que existe. Lo que la gente conoce es lo que le gusta, el patrón. Hay placeres codificados en los discursos cinematográficos. El hecho de que todas las películas comerciales acaben con la escena feliz... Si no acabaran así casi nos sentiríamos defraudados, es el placer institucional de la omnisciencia. Da mucha seguridad. No queda pendiente de respuesta. Tiene un valor ideológico, es una propuesta de pareja feliz, de familia, tradicional. Pero es también lo que a la gente le gusta. Madame X, de Ulrike Ottinger, habla de cómo un grupo de mujeres deja atrás toda su vida para subir a un barco e irse a buscar nuevas experiencias... Son trabajos importantes de experimentación que implican atrevimiento, que en algún momento tienen recompensa y reconocimiento. Han trabajado mucho, dentro y fuera de la industria. Y poniendo su dinero. A Vera Chytilova -nueva ola del cine checo- poco a poco le fue cada vez más difícil hacer películas e incluso no se le permitía ir a los festivales.

Como les ocurre ahora a algunos directores asiáticos detenidos...

Hemos abarcado casi un siglo y, al ver el catálogo, toda la información, vemos cómo la historia se repite.