Vitoria. Hoy sigue siendo perseguido. Los hay que lo consideran un acto vandálico. Pero también los que lo miran como una disciplina artística con todas sus letras. Hay museos que han montado exposiciones sobre él, mientras miles de ayuntamientos en todo el planeta dedican altos presupuestos anuales para borrarlos de sus calles. Y son legión los autores que han sido reclutados, sobre todo en los últimos tiempos, por los mundos del diseño y la publicidad para incluirlos en sus estructuras empresariales. El graffiti, por lo menos al que se le apellida como moderno, es un universo inmenso, tanto casi como las contradicciones que guarda en su interior.
A él, a sus formas de expresión, a sus distintas visiones, a su historia, a sus maneras de creación y a sus protagonistas dedica la Sala Fundación Caja Vital la exposición Inside. Arte urbano, una muestra que ayer mismo abrió sus puertas al público y que podrá ser visitada hasta el próximo 6 de marzo. "Ahora que parece que todo el mundo tiene el afán por llevar el arte a la calle, nosotros hacemos el camino inverso y traemos la calle al interior, bajo techo", señaló Fernando Martínez de Viñaspre, comisario de la propuesta.
Dibujos de todo tipo y condición toman el espacio de la plaza de los Fueros incluso en sus lugares más recónditos. Lo presentado es efímero y único. Después será borrado y nadie más podrá verlo in situ. Esa es otra de las particularidades de este trabajo. No se trata de aglutinar cuadros que simulan graffitis. Aquí no hay trampa. "Cuando me llegó la propuesta de participar estaba en Sao Paulo tomando parte en otra exposición sobre el mismo tema, sólo que allí no existían las posibilidades que se han dado aquí. De hecho, no conozco otros sitios donde se haya hecho algo parecido. En Vitoria nos han dejado crear en la sala, en sus paredes, como si fuera la calle. Nos hemos sentido muy libre", comentó Belin, uno de los nombres más conocidos que se ha puesto a disposición de una iniciativa a cuya llamada también han acudido creadores de Álava y el resto del Estado.
Todos ellos han compartido diez días intensos (y muy fríos puesto que para trabajar han necesitado abrir de par en par las puertas de la sala) al objeto de poder dar vida a una muestra colectiva que también incluye otros atractivos en forma de vídeos, instalaciones escultóricas, graffitis animados y un documental sobre la historia de este "arte mayor", como lo describió Martínez de Viñaspre, desde su aparición en los años 60 en Nueva York hasta la actualidad. "Lo mejor de todo esto ha sido poder conocernos, aprender unos de otros, compartir experiencias y disfrutar", comentó uno de los integrantes del colectivo pamplonés DBR. "Nos ha supuesto mucho trabajo, pero ha merecido la pena. Eso sí, el que quiera seguir apreciando lo que hacemos, sólo tiene que salir a la calle", apuntó el vitoriano Juan, del grupo Nadaserio.
Propuestas Ellos, junto a otros como Sebas, Sune, Igloo, Verso y Kapone por ejemplo, dan contenido a una exposición que se completará durante varios fines de semana con actuaciones en vivo tanto de Dj como de bailarines de break dance y grupos de rap.
Además, la sala Fundación Caja Vital invita también a crear. Eso sí, a los más pequeños. Ellos cuentan con un espacio en blanco para poder crear lo que quieran, con la ayuda de un monitor, los dibujos que deseen, relacionados, ahora bien, con el nombramiento de Gasteiz como Green Capital.
Pero más allá de estas cuestiones, Inside propone, ante todo, un paseo por unas calles acotadas y cerradas al cielo, un diálogo de paredes que cobran vida con figuras y escenas imposibles, donde es tan fácil que aparezca Herminio Bolaextra como Janis Joplin, o que se encuentre con el espectador un Opel Astra destrozado y tuneado para la ocasión que en vez de personas transporta televisores. "El del graffiti es para muchos un mundo desconocido y perseguido, pero para mí es un arte mayor que me ha permitido trabajar con gente seria y muy documentada", señaló el comisario.
De todas formas, la exposición también pone sobre la mesa algunas de las contradicciones con las que convive esta disciplina. Y es que, depende a quién se pregunte, no está claro si es un arte o un acto vandálico, si el creador debe ser anónimo y conocido sólo por su firma o debe dar la cara y ser tratado como un artista más, si las instituciones pueden compaginar el hecho de borrar dibujos en un lado al tiempo que convocan concursos para graffiteros, si debe siempre estar en lo alternativo o debe prestarse a colaborar no ya con museos sino incluso con el mundo empresarial...