Madrid. La escritora Ana María Matute ha hecho de la literatura su forma de estar en el mundo, y ayer, por fin, vio recompensada su trayectoria con el Premio Cervantes por una obra extensa y fecunda que se mueve entre el realismo y "la proyección a lo fantástico", y por poseer "un mundo y un lenguaje propios". Matute, académica de la Lengua y genial novelista y cuentista, se convierte así en la tercera mujer que gana este premio, que en sus 35 años de trayectoria solo había distinguido hasta ahora a la ensayista María Zambrano y a la poeta Dulce María Loynaz.

La "sorprendente" conjunción entre el realismo y lo fantástico que se da en la obra de Matute (Barcelona, 1925) fue destacada por el escritor Juan Marsé, Premio Cervantes 2008 y miembro del jurado, cuyo fallo fue hecho público por la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, en un encuentro con la prensa.

MUJERES Tras repasar la biografía de Ana María Matute, jalonada de "títulos clásicos de la literatura española", la ministra manifestó la admiración que profesa la escritora, quien posee "un mundo propio y un lenguaje propio", y, según dijo, así se lo transmitió a la ganadora cuando habló esta tarde con ella para comunicarle el fallo.

La ministra admira también a la autora de Paraíso inhabitado por su trayectoria "vital", por "esa firme voluntad" de ser narradora que tuvo desde niña, "por mantener esa vocación contra viento y marea y haber hecho de la literatura un medio de vida".

"Quizá las mujeres de mi generación hemos tenido más fácil dedicarnos a la creación de lo que ellas lo tuvieron", recalcó. Matute "es un ejemplo maravilloso para todas las mujeres que nos dedicamos a la cultura", afirmó la ministra, de 45 años.

Por su parte, el novelista Juan Marsé señaló que admira a la ganadora "por muchas razones y no solo literarias, sino de orden vital". Y es que la vida de Ana María Matute no ha sido fácil. Como le sucedió a tantos otros escritores de su generación, la Guerra Civil impidió un desarrollo normal de su adolescencia y juventud. Luego, en 1963, se separó de su primer marido, el escritor Eugenio de Goicoechea, al que ella llamaba sin rodeos "el malo", y le quitaron durante años la custodia de su hijo. Marsé aludió, además, a otro elemento clave en la obra de la novelista catalana: "el bosque", esa palabra "tan importante" para ella y una de sus grandes obsesiones literarias, como ella misma dijo en 1998 en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, uno de los más hermosos que se han escuchado en esa institución.

En alusión tanto a su galardón como al ingreso esta semana de Soledad Puértolas en la Real Academia Española (RAE), Matute ha señaló ayer que el premio se lo toma "como un reconocimiento a la entrega total de una vida a esto de escribir, a la dedicación, a la constancia y al esfuerzo".