Vitoria. La visitó en clave de desatada comedia el 1, 2, 3 de Billy Wilder. En aguda disección política, Florian Henckel-Donnersmarck y su La vida de los otros. La mirada de Wolfgang Becker la sirvió post-icónica en Good Bye, Lenin!... La RDA es carne de celuloide, pero también esqueleto. Kultur Campus invierte el espejo y pasea la realidad de la Alemania soviética desde los estudios DEFA, que durante cuatro décadas facturaron su cine.

Un cine que no viene únicamente marcado por la pátina política, aunque ésta es esencial en buena parte de sus trabajos, que embeben su leit motiv de lucha antifascista. Pero otros géneros se cuelan en la balda. Adaptaciones de clásicos literarios, cuentos infantiles, historias populares, ciencia-ficción, documentales... Hay muchas caras en un crisol que, desde 1946 hasta 1990 -la anexión- produjo casi mil películas, más de ochocientas animaciones y cerca de seis mil documentales.

Siete de estas piezas componen el programa que Kultur Campus acerca los jueves -hasta el 11 de noviembre- a los cines Florida. Y no se trata de una iniciativa caprichosa. La difusión de estos trabajos no llegó más allá de los países de influencia socialista, y, desde principios de esta década, existe un creciente interés por conocer esta isla audiovisual. Como ejemplo, el festival que le dedicó en el año 2005 el MOMA neoyorquino.

Seguro que si alguien visita la Gran Manzana puede sentirse atraído por acudir a un ciclo de estas características en el famoso museo. Pues en la calle San Prudencio también lo sirven. Y gratis. Y todo comienza hoy mismo, a las 20.00 horas, con un doblete.

Einheit SPD/KPD (Unión SPD/KPD), de Kurt Maetzig, tira el primer pedazo de muro. En apenas veinte minutos, narra los acontecimientos que llevaron al Parlamento Socialdemócrata (SPD) y al Partido Comunista (KPD) a fusionarse en el Partido Socialista Unificado (SED). La unión forzosa se presenta como un proceso democrático.

Berlín, 1945. Susanne Wallner regresa del campo de concentración a su hogar, que se ve obligada a compartir con el doctor Mertens. Éste, a su vez, se encuentra con Brückner, su antiguo y sanguinario capitán, ahora empresario de éxito. Es el argumento de Die Mörder sind unter uns (Los asesinos se encuentran entre nosotros), de Wolfgang Staudte, la otra cinta de hoy.

La cosa empieza política, pero el 7 de octubre toma nuevas perspectivas de la mano de Gerd Klein. La calle conquista la pantalla con Berlin-Ecke Schönhauser (Berlín esquina Schönhauser), retrato de la juventud de barrio, reunida todas las tardes en esta arteria berlinesa, hasta que un día la policía hace acto de presencia. Una semana después, cambio radical. El ciclo se viste de western con Spur der steine (Camino de piedras), en la que Frank Beyer reivindica el lenguaje del género como válido. Del maniqueísmo huye Ich war neunzehn (Tenía 19 años), de Konrad Wolf, que toca el día 21 la realidad del individuo -más allá de su papel- en la Segunda Guerra Mundial.

Der dritte (La tercera) inaugura las proyecciones de noviembre, el día 4, con la historia de una mujer -presuntamente- de éxito, emancipada, con un cargo importante, a la que, sin embargo, le pesa la insatisfacción de su ámbito personal. Egon Günther encuadra la historia, y le cede el testigo a Uwe Belz y Jürgen Böttcher en la última cinta del ciclo, Wer die erde liebt (Quien ama la tierra), que recoge una filmación del X Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en el Berlín de 1973, mostrando que los sistemas totalitarios necesitan manifestaciones públicas de libertad, aunque éstas sean meros espejismos.

Quizás este programa sea sólo también un pequeño reflejo de la amplia producción de la DEFA, pero sirve como un primer paso para adentrarse en una filmografía que, poco a poco, sigue acercándose al gran público, deshaciendo esa capa invisible que la ocultaba. Tirando abajo ese muro o, mejor aún, utilizándolo como proyector.