Barcelona. El actor Jordi Mollá vuelve a ponerse detrás de las cámaras para dirigir 88, un "thriller psicológico", según el cineasta, en el que la pareja en crisis formada por Rubén Ochandiano y Beatriz Montañez se enfrenta a sus propios miedos y fantasmas.
"La historia empieza la noche que los dos miembros de una pareja tiene el mismo sueño. Ella se lo explica a él y él no se lo explica a ella. A partir de este chispazo la pareja empieza a distanciarse y entra en un laberinto de miedo", explicó Mollà, que rueda estos días en Sitges, Castelldefels y Barcelona.
Fiel a su pasión por las atmósferas inquietantes y los personajes complejos, en 88 Mollà asegura que "se aleja de la realidad" para plasmar sentimientos tan reales como el miedo y la ansiedad.
Rubén Ochandiano y Beatriz Montañez interpretan a la pareja protagonista, dos personajes oscuros, gamberros y libres de prejuicios morales que se conocieron hace ocho e iniciaron una relación pasional e intensa, que les llevó a emprender una vida juntos y a engendrar un hijo pero que con el paso de los años se han convertido en una pareja llena de silencios e incomunicación, con una vida sexual muy limitada y muchas zonas oscuras.
"La película habla de lo que se desencadena cuando te declaras la guerra a ti mismo y tienes que pelear con tus propios fantasmas", señaló Rubén Ochandiano.
Beatriz Montañez, la presentadora de El Intermedio, ha dado el salto a la pantalla grande con esta película, en la que da vida a una mujer "fría e independiente, pero a la vez muy dependiente de sus propias necesidades". Los fantasmas de Beatriz y Rubén cobran vida a lo largo del filme y son interpretados por Álvaro Cervantes y Hermann Bonnin.
"Estos personajes son irreales porque no existen en la realidad, pero a la vez son muy reales, porque tienen la forma que les darías a tus fantasmas si pudieras hacerlo", aseguró Montañez.
"El tema de la película es el laberinto de la mente, la capacidad de la mente de crear, para destruir y para desdoblarse", aclaró el realizador de No somos nadie y Cinemart.
La presencia de personajes reales e irreales en un mismo plano viene arropada por una estética "que se aleja de la realidad" y evita referencias a la vida cotidiana.