Dieron sus primeros pasos en la misma casa. Y también en ella los bailaron. Quizás por ello no se resisten a seguir compartiendo huellas y viajan cada día juntas hasta Llodio, donde las hermanas López, Nuria y Raquel, enseñan los secretos de la danza. A cuatro pasos. "No me acuerdo, pero según dicen mis padres empecé a decir con tres años que me encantaba el ballet. No sé si lo vi por la televisión o qué. Luego, con quince, en Vitoria se formó un joven ballet, empecé a meter horas... Pero, sinceramente, lo que quería era coger tablas y enseñar", recuerda Nuria, que a los diecinueve abrió estudio en Laudio. Por entonces, cinco niñas a su cargo. Hoy, casi 180 siguen los consejos de estas dos hermanas vitorianas.
Como las decenas de bailarinas -y dos chicos- que siguen sus lecciones, Raquel se unió pronto a la estela que abría Nuria. "Como hermana pequeña que soy seguía los pasos de la hermana mayor, pero también me ha gustado desde siempre", explica Raquel, que tampoco esperó mucho más que a mantenerse en pie para comenzar a deslizarse desde el trazo del cuerpo.
Junto a algunos cursos de verano, la formación de ambas se desarrolló en el estudio de Sofía Abaitua. Y el Conservatorio de Madrid cerró la pirueta formativa. Las alumnas, entonces, se tornaron profesoras. ¿Por qué en Llodio? "Éticamente, me parecía mal poner un estudio donde hemos estudiado. Aparte de que aquí estaba el conservatorio, Tarima, Traspasos, Sofía...". En la localidad alavesa no había demasiado movimiento de danza. ¿Por qué no empezar a ponérselo?
La fórmula, paisajes aparte, ha funcionado. El estudio ha vuelto del reciente certamen nacional de danza amateur con tres premios. Tres platas que brillan aún más teniendo en cuenta que era su primera visita a la cita, que esta vez ha recalado en Tarragona. "Pero íbamos a por un primero", asegura Raquel. Lo cortés no quita lo valiente.
Ballet clásico -sobre todo-, jazz y hasta clases de aerobic -"una hora a la semana, nada más"- componen el trabajo del Estudio de Danza Nuria y Raquel. ¿Para qué más misterios de bautismo? Lo verdaderamente importante es el trabajo con sus pupilas -tres a diecisiete años-, bajo el lema perseverante que les acompaña. "Disciplina y constancia" es la receta que guía sus clases. "Eso y la ilusión, las ganas, el esfuerzo; demostrarlos y hacérselo ver a las alumnas", apunta Raquel.
Esa convicción es la que les llevó a comenzar a presentar a sus bailarinas a concursos. La que empezó a acarrearles premios. La que les animó a presentarlas al encuentro nacional. "Vimos que teníamos un buen trabajo, que teníamos un nivel alto en ciertas niñas y era el momento de arriesgarnos y dar el paso. Y ha salido muy bien, ha salido inmejorable", afirma Nuria.
Dos coreografías individuales y una colectiva, Arañas, conquistaron al jurado, quizás ya desde la original puesta en escena por la que apostaron. "Todas iban con el tutú, con su colorete, y de repente nosotras aparecimos con medias negras, ojos negros maquillados... la puesta en escena era muy llamativa, rompíamos un poco con los estereotipos, con lo que la gente de la calle -no los profesores- se piensa que es el ballet clásico; el tutú y de ahí no se sale... pero no es así, abarca mucho más", explica Raquel.
Una buena coreografía. Ésa es siempre la base. Y exprimir el trabajo de las niñas, aprovechando el escenario. Pero, ante todo, A Raquel y Nuria les gusta cuidar la senda de cada niña, no sólo la de las que se postulan para estas citas competitivas. "Es cierto que tenemos que intentar sacar partido a las niñas que pueden darlo, pero para nosotras son todas iguales, queremos que lo pasen bien, que todas muestren su trabajo, que todas bailen". Cada año lo logran con el encuentro de fin de curso, que comenzó en Laudio, pasó al Teatro Ayala de Bilbao y ahora requiere ya del aforo del Euskalduna. "Todos los años se hace el festival y ahí la gente ve el trabajo; ha sido nuestra mejor publicidad, ir viendo, los padres, la gente de Llodio, lo que hacíamos". ¿Por dónde intuyen su futuro? Por seguir trabajando con sus 180 niñas. Por impulsar a las que quieren sacarse la carrera. Por tratar -es el sueño- de que acumulen currículum y lleguen a bailar incluso -por qué no- en el extranjero. Mientras tanto, seguirán cogiendo el coche cada tarde para viajar hasta Llodio. ¿No se hace pesado el ida y vuelta? "Como vamos las dos..., no es lo mismo que ir sola", reconoce Nuria. Las hermanas de baile siguen, como siempre, compartiendo pasos. Y los piensan a cuatro manos.