madrid. Jennifer López ha vuelto al cine después de dos años de ausencia con El plan B, una película con más de una similitud con su vida personal: un embarazo de gemelos, la búsqueda del hombre ideal y el pulso por mantener la línea pasean por el filme. "Era perfecto para mí", reconoció en Madrid. Doce millones de dólares amasados en su primer fin de semana en Estados Unidos -a España llegará el 7 de mayo- demuestran que había mucha gente esperando el regreso de la polifacética bomba latina, que dio lecciones en Madrid sobre cómo compatibilizar lo sexy con lo maternal.

"Después de un embarazo, sentí que era muy gracioso hacer esta película", reconoció, aunque aseguró que los detalles autobiográficos son pura coinciencia: los gemelos y las alusiones a su célebre trasero estaban antes de que ella se embarcara en el proyecto.

"Todo eso estaba en el guión. Como actriz cuando coges un guión tienes que hacer lo que pone en él, porque es parte del personaje. Y cualquier mujer en el embarazo se preocupa por su cuerpo. Se sienten diferentes", dijo ante la prensa.

El Plan B es, desde luego, un vehículo para su absoluto lucimiento, dirigido por un debutante Alan Poul, y al lado de un galán todavía anónimo, Alex O"Loughlin. Jennifer es, entonces, la estrella absoluta de un filme que sigue la línea de cintas como Sucedió en Manhattan o Planes de boda.

Para dar rienda suelta al enredo marca de la casa J.Lo, todo comienza cuando su personaje, una mujer llamada Zoe, decide inseminarse cansada de esperar que alguna de sus relaciones de pareja funcione.

Pero nada más salir de la clínica discute por un taxi con el que será su media naranja: un joven quesero que disfruta los placeres de una vida sencilla y que aceptará de buen grado ser el padre de las criaturs. A partir de ahí, intentará formar la familia convencional invirtiendo el orden habitual. "No creo que se sienta incompleta sin pareja e hijos, pero lo que no tiene desde chiquitita es la familia.