vitoria. Tocar y luchar. Es el lema que pone la batuta a un proyecto insólito, el que desde hace 35 años vertebra por todo Venezuela una red de orquestas juveniles e infantiles. El que lucha contra la pobreza, el analfabetismo, la marginalidad y la exclusión de los jóvenes a golpe de música. Al que se acercarán durante las próximas semanas los 87 integrantes de la Euskadiko Ikasleen Orkestra (EIO).

El trabajo de la agrupación vasca suma sólo una séptima -alegoría musical- de su hiperdesarrollado homólogo latinoamericano, pero en su lustro de vida atesora sólo buenas melodías. A lo largo de los años, jóvenes de entre 12 y 18 años, procedentes de escuelas de músicas y conservatorios vascos alimentan una formación donde pueden abarcar "un repertorio sinfónico de una manera lo más cercana posible al modo profesional", explica la viceconsejera de Educación, Marian Ozcariz. 168 alumnos de una docena de centros se presentaron a la convocatoria de este año, que derivó en la selección final.

La dinámica se ejecuta a ritmo bianual. Un año de periplo estatal y otro en el que se prepara una salida internacional. Tras la primera, a Bruselas, llega la hora de cruzar el charco, un premio para estos chavales que compaginan sus estudios generales con los musicales. Diez horas extras -más lo que quieran añadir individualmente-, que en el caso de los integrantes de la orquesta añaden los encuentros en Eibar, en navidades y Semana Santa.

El viaje enhebra para ellos la posibilidad de una experiencia -musical y vital- y las mieles de un premio, todo un impulso "en este momento en que muchos están decidiendo si van a seguir en la música", apunta el coordinador de la EIO, Iñaki Lagos. El trabajo con la orquesta, de por sí, ofrece a los jóvenes la posibilidad de afrontar repertorios sinfónicos que difícilmente podrían acometer con sus grupos de origen, a lo que se añade el contacto con futuros colegas de agrupaciones vecinas o extraordinarios descubrimientos como el que vivirán en Venezuela.

Dos conciertos concretarán su presencia escénica en Caracas. El primero de ellos, en solitario, tendrá lugar en la asociación cultural Humboldt, donde interpretarán un repertorio compuesto por piezas El sueño de un bailarín, de Francisco Escudero -poema coreográfico incluido-; Pezzo capriccioso, de Tchaikovsky; y la Sinfonía número 9 -del Nuevo Mundo-, de Dvorák. En el segundo, en el Teatro Social de la Música, repetirán pentagramas junto a la Orquesta Sinfónica de Juventudes Francisco Miranda.

"Es una gozada trabajar con estas franjas de edad, y el de este año es un grupo increíblemente especial", apunta Lagos. "Te dan vitaminas personales", suscribe Iker Sánchez, director de la orquesta, que a pesar de confesarse "más bien anarco" asegura que conceptos como puntualidad, trabajo en equipo, respeto y capacidad de escucha van sembrando semillas extra entre estos niños y jóvenes gracias al proyecto.

Otro, el de la solidaridad, cuajará a buen seguro en ellos con este viaje a Venezuela, donde 350.000 niños y jóvenes disfrutan hoy día de los beneficios de una red iniciada hace 35 años por el maestro José Antonio Abreu. La EIO aprenderá, conocerá, entenderá... ¡Tocar y luchar!