EN el diccionario, secundario se define como "no principal, accesorio". Por si quedaran dudas, añade, como ejemplo, "actor secundario". Carlos Roldán (Pamplona, 1965), autor de una tesis doctoral sobre la historia del cine en Euskal Herria y de varios libros, entre ellos El cine del País Vasco: de Ama Lur a Airbag, ha elaborado, por encargo de la Filmoteca Vasca, el tercer volumen de Secundarios Vascos de Primera. En el prólogo recorre las diferencias de criterios entre los propios intérpretes. Pako Sagarzazu considera que no hay categorías y que no existen los "personajes principales". Saturnino García, en cambio, es un firme partidario de las jerarquías y, al mismo tiempo, reivindica la importancia de la figura del secundario.

Secundarios o principales; en cualquier caso, imprescindibles. El tercer volumen contiene las biografías de Klara Badiola (Donostia, 1954), José Ramón Soroiz (Legorreta, 1951), Itziar Lazkano (Portugalete, 1957), Aitor Merino (Donostia, 1972), Esther Velasco (Bilbao, 1959) y Carlos Zabala (Donostia, 1962). Todos asistieron a la presentación que se celebró ayer en la sede de la Filmoteca, salvo Merino, el más joven de todos, que se dio a conocer al gran público como un adolescente con mala fortuna en Historias del Kronen, que está trabajando en Madrid.

La obra sigue el esquema de las dos anteriores, con un estudio, una entrevista y la recopilación de su filmografía. La mayoría están vinculados a la eclosión del cine vasco en los 80, que originó una importante cantera de actores y cineastas. Roldán unió los destinos de los seis intérpretes por parejas. Itziar Lazkano y Esther Velasco se iniciaron en el teatro independiente vasco, con Ramón Barea, Karraka y Cómicos de la legua. Ambas comparten, también, que su popularidad, a pesar de su larga trayectoria sobre el escenario y en la gran pantalla, se ha originado a partir de sus pariciones televisivas, en concreto, en ETB y desde 2005: Velasco en Mi querido Klikowsky y Lazkano en Vaya semanita. Las carreras de Carlos Zabala y Aitor Merino, aunque se han desarrollado de forma distinta, confluyen en un punto: la ambición de los dos por colocarse al otro lado de la cámara. A Klara Badiola y José Ramón Soroiz les une que la frontera entre principal y secundario es aún más "difusa". Badiola se forjó en el cine vasco de los 80 junto a Amaia Lasa, Patxi Bisquert, Imanol Arias o Xabier Elorriaga. Soroiz se inició como secundario para ganar protagonismo en los 90 con papeles televisivos -Bi eta bat o Jaun ta jabe- y en el cine sobre todo por Maité.

Roldán destacó algunos de los obstáculos a los que se enfrentan los secundarios como el encasillamiento, porque "no pueden desarrollar su calidad en la raquítica industria vasca y española" y por "la pereza de productores y directores, que si ve que funcionan en un rol, ya no les dejan salir". Mikel Arregi, gerente de la Filmoteca, aseguró que los volúmenes sobre actores secundarios continuarán pero no sabe "hasta cuándo".