EL bertsolarismo, como casi todas las actividades públicas, ha estado vetado a las mujeres durante muchos años. "Es un reflejo de la sociedad", decía Maialen Lujanbio en las instalaciones que la UEU tiene en Eibar. Los locales de la Udako Euskal Unibertsitatea de la localidad armera son un referente en el mundo de la cultura, ya que en ellos se celebran encuentros cuyos leit motiv suelen ser ampliar el saber.

Estas instalaciones han sido el escenario de un encuentro de actualidad permanente: la mujer en la vida pública. Kristina Mardaras, mujer pionera en el bertsolarismo moderno, Maialen Lujanbio, una de las mejores improvisadoras de la historia, Jone Uria, joven promesa en el Campeonato Nacional y Maddalen Arzallus, benjamín de la actual Txapelketa, abordaron este sensible tema, "que no sólo incumbe a la mujer, sino a toda la sociedad". Cuatro mujeres, tres generaciones y un sentir. En el coloquio, se evidenció que las más jóvenes perciben más de lo que pueden expresar: la experiencia es una grado. A pesar de ello, cada una desde su situación, han dibujado la realidad de la mujer en el mundo actual, desde la perspectiva del bertsolarismo.

¿Qué es y para qué sirve un bertso?

Maialen Lujanbio: Es una vía de expresión que sirve para exteriorizar los sentimientos, como podría serlo cualquier otra expresión artística; pero ésta es mi vía, la que conozco y la que a mí me sirve.

¿Era el bertsolarismo de antes más vivo y ahora quizás muy técnico?

Kristina Mardaras: No creas que Lazkao Txiki no tenía técnica, lo que pasa es que sus expresiones, vivencias y deseos eras diferentes de los nuestros. Más aún, te diré que hoy en día me parece más exigente el bertsolarismo, ya que se hacen muchas más actuaciones y no quieres repetirte, porque te cansas tú y se puede cansar el público también.

Maialen: Siempre hay ese tipo de admiración por lo pasado, lo que supuestamente hemos perdido; pasa con todo. El bertso ha cambiado, como también han cambiado nuestro mundo referencial y nuestra forma de vida. Hay cosas que hemos perdido en el camino y cosas que hemos ganado, pero, por suerte, el abanico de bertsolaris es muy amplio. Cuando entramos las de mi quinta, no había nadie con nuestra estética: no había jóvenes y mucho menos mujeres y tanto bertsolaris como aficionados nos arroparon. Supongo que por instinto de supervivencia: si no entraban jóvenes, desaparecía.

Antes, las mujeres, brillaban por su ausencia en el bertsolarismo, ¿se siente usted, Kristina, precursora?

Kristina: Yo no me siento precursora de nada, sólo cuando me lo preguntan (todas ríen). En serio, yo no entré para abrirle el camino a nadie, de hecho, me involucre en los bertsos por impulsar el idioma. Pero sí que era consciente de que era la única, no tenía nadie de quien aprender, ni terminología propia. Era una mujer en un mundo de hombres y quería reivindicarlo. Por ejemplo, aunque me gustaba usar pantalones, si tenía que cantar, me ponía una falda más mona; el público debía ver a una mujer. También quería cantar como lo sentía por dentro, pero era algo que aún no existía. Y sé que en muchas ocasiones me llamaban no por mi calidad, sino por el hecho de ser mujer. Bertsolaris mejores que yo se quedaban sin cantar porque iba yo y eso me hacía daño. Me han usado, lo sé, pero me he dejado utilizar por una causa mayor.

Entonces, lejos de tener dificultades, ¿ha tenido facilidades?

Kristina: Yo sí. Como Maialen, yo también me sentí muy arropada.

Maialen: Bueno, es cierto que la gente nos ha arropado, pero decir que hemos tenido facilidades es muy discutible. Nosotras también anduvimos de plaza en plaza en detrimento de otros sólo por ser mujeres. En ese punto sí que ha habido discriminación positiva. Pero aquí empieza otra historia muy complicada: ¿cómo se valora lo que canta una mujer? Ese es el problema de hoy en día.

¿Cómo lo valoran?

Maialen: No es cómo lo valoran, sino cómo lo valoramos. Y no se trata solamente de la mujer en el bertsolarismo, sino de la mujer en el espacio público, en cualquier ámbito. Es un debate resbaladizo y del plano inconsciente. La palabra de una mujer y la de un hombre no se valora de la misma manera en absoluto. Y en ese punto nos encontramos hoy en día en el bertsolarismo: se ha avanzado mucho, pero queda mucho por hacer. A pesar de ello sí que noto que hombres y mujeres estamos cada vez más concienciados. Se habla de ello, se reflexiona, avanzaremos a trompicones, sin saber hacia dónde ir, de la misma manera que avanzamos en la sociedad.

Jone Uria: En nuestra quinta siempre hemos sido más mujeres que hombres en las bertso eskolas y en los campeonatos interescolares. Yo nunca he sido la chica del bertso saio. Pero sí que he notado diferencias en los roles: los chicos podían bromear de cualquier forma pero cuando lo hacía una de nosotras... parece que se nos pide otro tipo de humor.

Maddalen Arzallus: La forma de vacilarse entre ellos y como lo hacen con nosotras tampoco es la misma.

Jone: Entre ellos son más directos, sin complejos: se dicen calvo, regordete... Pero a la hora de tratarnos a nosotras se cortan más.

Maddalen: También es cierto que los ellos utilizan esos rasgos para reirse de ellos mismos y nosotras no. Y, si una misma no lo hace, nadie lo hará.

Maialen: ¿Y hasta qué punto nos interesa mantener ese humor? No digo dejar de usar los rasgos físicos en el humor, pero sí que no nos quedemos ahí, ir más allá.

Kristina: El problema es que los hombres no han desarrollado el vocabulario para comunicarse con las mujeres. Yo creo que si tuviesen la oportunidad de decir que alguna es boba, o lo que fuese, deberían hacerlo, pero aún no han encontrado la forma.

Maialen: No hemos -enfatiza- encotrado la forma. Muchas veces nosotras ponemos las trabas.

Jone ha comentado que en las categorías juveniles hay más chicas que chicos. Uxue Alberdi dijo una vez que las mujeres no han sido educadas para arriesgar. ¿Puede ser esa una razón por la que no abunden en categorías superiores?

Maialen: No creo que tenga tanto que ver con el miedo al riesgo sino con la legitimidad para arriesgar de las mujeres. A priori los hombres están legitimados para hacer cualquier cosa: bromear, meter la pata, hacer el ridículo... pero las mujeres no. Así que si una mujer quiere entrar en ese terreno, más aún si quiere destacar y todavía más si lo desea hacer en un plano público, tiene que hacerlo mejor que bien. Siempre se le exige el doble. Eso también está cambiando, pero es algo difícil de medir.

Kristina: Eso se nota también en las bertso eskolas. Recuerdo a los profesores diciendo a los chicos: "saca pecho, las manos atrás y canta fuerte"; pero a las chicas sólo les decían que cantasen "con ganas". Y es que las chicas de esas edades tienden más a esconder el pecho que a sacarlo.

Maialen: Pero no es sólo el físico, es también la falta de confianza que tienen las chicas a esa edad.

A la hora de abordar los temas a cantar, ¿notan la diferencia entre hombres y mujeres?

Jone: Sí se nota que cuando ellos adoptan el papel de la mujer lo hacen, generalmente, desde un punto de vista muy limitado.

Maialen: Es cierto que hay temas que son más nuestros y eres consciente de que, cuando no hay una mujer cantando, habrá aspectos que ni se mencionarán.

Jone: Por ejemplo, el tema de la paternidad y la maternidad. Hay una bertsolari en el Campeonato que es madre pero hay más de un padre. Sin embargo, ellos, muy pocas veces hablan de ese tema.

Hoy en día, ¿ven la necesidad de dejar su feminidad de lado para cantar bertsos?

Maialen: Actualmente hay más margen, pero cuando empezamos nosotras, hace no mucho, sí que éramos todas cortadas por el mismo patrón. No diré que no me encontrara cómoda en ese rol, pero la pregunta es: ¿Y si no hubiese sido así, habría podido entrar? La vía para acceder era muy estrecha. Al de un tiempo ese rol se me quedó muy pequeño y tuve que hacer un gran esfuerzo para romper ese molde y actuar en el espacio que yo quería; no buscaba un rol más femenino, buscaba algo más cercano a mi yo completo: otras tonalidades, otros temas, otros puntos de vista...

Maddalen: Yo siempre he sido consciente de que las mujeres que me precedieron no eran como yo. Al subir a los escenarios me visto como siempre, tacones, vestidos..., y sí que te hacen comentarios al respecto. ¿En eso se tienen que fijar?

Maialen: Es la paradoja del bertsolarismo: muy abierto para con las novedades pero muy conservador en pequeños detalles como los tacones o las minifaldas. No te lo prohibirán, pero te lo repetirán hasta la saciedad.

¿Son conscientes las mujeres del entorno de estas dificultades?

Maialen: Algunas sí y otras no, depende de la sensibilidad de cada una. Es un tema social y, como en todos, hay gente sensible y otros que ni piensan en ello. También hay hombres que piensan que es un tema que incumbe sólo a las mujeres; un error: La mujer en el bertsolarismo y en el mundo son temas que afectan a toda la sociedad.

Maddalen: Los hombres y las mujeres no somos iguales, eso para mí es evidente. No habría, si no, hombres y mujeres. La cosa es que, siendo diferentes, tengamos las mismas oportunidades para desarrollarnos en plenitud.

Kristina: Antes a todo esto se le decía querer ser chico. No conocíamos la palabra igualdad.

Maialen: Hemos avanzado, pero queda mucho camino por andar.