Machine Gun Kelly, tras meses de intenso y relamido amor, por fin se decidió el pasado 11 de enero a pedir matrimonio a su conocida novia Megan Fox. Y ambos, una vez aceptado el pacto, bebieron la sangre del otro. Como cuando en Primaria te hacías un corte en la palma de la mano para sellar una ridícula promesa de amor, pero con una veintena de años más, en copas de cristal caro, y con esa asquerosa cantidad que enrojece los dientes incisivos. Así ha sido una de las primeras pedidas de mano del año, mediática y poderosa, que ha dado la vuelta al mundo. Porque el rapero Machine también se arrodilló ante la conocida actriz: "Me dijo que me casase con él. Y como en todas las vidas anteriores a esta y como en todas las vidas que seguirán, dije que sí... Y luego bebimos de nuestras sangres", ha relatado a la prensa Fox. Un banquete sin duda rubricador, pero de lo menos apetitoso para el común de los mortales, que nos conformamos con un anillo, minutos de emoción y una comida posterior con platos combinados y croquetas.

El caso es que dicho acto de amor no es el primero, ni el último, que resulta extravagante para quienes ahorramos un máximo de 200 euros al mes. Entre los famosos de Hollywood es lo habitual: jurarse cariño eterno (que a posteriori no suele cumplir ni el lustro) en las situaciones o espacios más insospechados. Como cuando David Arquette se declaró a Courteney Cox en un paseo por la playa al atardecer (anillo escondido en el bolsillo) y todo un espectáculo de fuegos artificiales. O cuando el rapero Nick Cannon le suplicó amor eterno a Selita Ebanks. Parecía otra gala más en el Museo Metropolitan de Nueva York, pero el cantante le tenía preparada una sorpresa luminosa: al salir de la limusina, la supermodelo leyó en una pantalla gigante "Selita, ¿te quieres casar conmigo?".

Por su parte, Dean McDermott obtuvo el "sí, quiero" de Tori Spelling tras currárselo muy mucho. Dicen las malas lenguas que tuvo que iluminar con millones de lucecitas el camino hacia una mesa decorada para la ocasión. Un laborioso trabajo de imaginación que comparte con el rey de las pedidas de mano: el músico y compositor británico Seal. ¡Atención! El también cantante se llevó a su Heidi Klum a un viaje en helicóptero por los glaciares de Columbia después de haber construido un iglú a 14.000 pies de altura. ¿En su interior? Una cama, velas, champagne, comida y pétalos. ¡Como para negarle la mayor!