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En confianza

Javier Vizcaíno

Ucrania resiste. ¿Hasta cuándo?

Tres años de la invasión rusa de Ucrania. Empiezo por llamarla así. Las palabras son importantes. Mencionarla simplemente como guerra, incluso aunque técnicamente sea correcto, es soslayar que estamos ante una intolerable agresión a un país soberano. Un país que, contra todo pronóstico, resiste después de 36 meses de asedio. Cómo olvidar a aquellos generalotes requeteexpertos en materia militar que vaticinaban que la poderosa maquinaria bélica al mando del sátrapa Vladímir Putin aplastaría en cuestión de semanas la resistencia ucraniana. Pronto vimos que el ejército ruso no era tan poderoso y que el de los agredidos, engrosado por sus heroicos ciudadanos y, eso también es verdad, con la tan generosa como interesada ayuda de Occidente, ha sido capaz de plantar cara hasta el día de hoy. Todo, mientras muchos autotitulados progresistas y enarboladores de la bandera de la dignidad propugnaban “la diplomacia fina”, eufemismo que significa rendición y aceptación de las condiciones que imponga el zar del Kremlin. Lo hacen bajo el argumento del ahorro de sufrimiento y vidas humanas. Imaginen que alguien propone lo mismo para evitar la masacre, ahora en barbecho, del pueblo palestino por parte de Israel.

Con todo, no deja de ser macabramente gracioso que tal propuesta sea prácticamente la misma que esgrime el presunto pacificador Donald Trump. A saber, que las armas callarán solo si Ucrania acepta lo que le exige Moscú y, de propina, si pone sus recursos minerales a disposición del peligroso inquilino de la Casa Blanca. Lo peor es que hay motivos para temer que el trágala a cuatro manos del presidente de Estados Unidos y su socio ruso acabe imponiéndose. Sí, muy cierto, los grandilocuentes discursos de los líderes europeos que se plantaron ayer en Kiev para renovar su apoyo a Zelenski parecen indicar otra cosa. Sin embargo, llevamos mucho tiempo comprobando que en esta y en otras cuestiones las palabras de los 27 son pura pirotecnia.