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La risa contraataca

El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco es una auténtica novela de culto. Y la película posterior, dirigida por Jean-Jacques Anaud, no le va a la zaga, a pesar de la maldición general de que las películas suelen ser bastante peores que los libros en los que se basan.

Lo que más me impactó de la película, bastante más que su trama tan detectivesca, fue la lucha entre la libertad de expresión y el humor. La discusión de Guillermo de Baskerville y Jorge de Burgos sobre la risa y sobre el libro segundo de la Poética de Aristóteles da totalmente en el clavo. Y es atemporal. Vale igual para la edad media que luego en la ilustración, que en el día de hoy. En la película, Baskerville le pregunta a Jorge de Burgos qué es lo alarmante de la risa. Y éste responde que la risa mata el miedo. Y sin el miedo no puede haber fe. Porque sin miedo al maligno, “ya no hay necesidad de Dios”. Jorge de Burgos admite que no se eliminará la risa eliminando ese miedo. Pero se pregunta qué ocurrirá si por culpa de este libro los hombres doctos declaran que es permisible reírse de todas las cosas, Dios incluido. Tras afirmar que el mundo desembocaría en el caos, procede a inmolarse con el libro quemando toda la biblioteca.

Algo así me pasó por la cabeza al enterarme de esa fatwa de determinados colectivos de presentar querellas judiciales contra Lalachus, Broncano y RTVE por la estampita del Grand Prix en las campanadas de año nuevo. Hay quien defiende a tales colectivos alegando el mal gusto del programa televisivo en cuestión. No me vale el argumento por la obviedad de que al mal gusto no se le combate judicialmente. Hoy me entero de que la revista Mongolia ha presentado una querella contra dichos colectivos por acoso y que tal acoso en los tribunales puede tener el efecto pernicioso de la autocensura. Lo que tengo claro es que el acoso es querellable, el mal gusto no.

Al mal gusto, de haberlo, como mejor se le combate es con la indiferencia más absoluta.

@Krakenberger