Debía de tener mucho mono de actividad parlamentaria cuando decidí ayer absorber la sesión de control en la Cámara de Gasteiz. Volvió a resultarme interesante constatar que cada media mentira tiene una estadística que la respalde. Son muy útiles los datos si uno sabe cogerlos con guantes para que la verdad no le impregne los dedos, no sea que por ahí entre el sentido común y acabe por tumbarle la ideología.
Ayer, cogió Javier de Andrés la reducción del número de autónomos en Euskadi y de ahí concluyó una situación económica preocupante. Ni el empleo creado, ni la tasa de paro –muy inferior al entorno– ni el crecimiento económico constatado –superior al resto de economías industriales europeas– iban a servir para bajarse de esa grupa. Se viene cabalgada apocalíptica del PP esta legislatura en busca del nicho de mercado del profesional independiente, al que ayer proyectó como sufridor y paganini.
Pero admito que es más preocupante –por el discurso populero que intenta imponer para justificar atrocidades en materia de derechos y libertades– lo que vino luego con Amaia Martínez. La portavoz de Vox quiere sacó una estadística de denuncias de delitos contra la libertad sexual en los últimos 20 años y le salía que han crecido un porrón. Y yo creo que es así, que han crecido los delitos y, sobre todo, las denuncias que permiten visibilizar un problema que antaño se vivía en silencio. Que aflore la enfermedad es el primer paso para tratarla. Pero ella concluyó que hay más inseguridad en Euskadi que en el entorno porque entresacó autonomías donde el número general de delitos tramitados ha crecido menos. Podría haber descrito la realidad, pero se habría quedado sin discurso. Aquí va lo que no contó: entre enero y marzo pasado (último dato publicado) Euskadi tuvo una tasa de 9,01 delitos por cada 1.000 habitantes; la media del Estado fue de 10,14 y la lideran Catalunya y Madrid con 14,09 y 12,84 delitos por mil habitantes. La media la bajan las autonomías de la España vaciada, que apenas tienen núcleos urbanos de más de 100.000 habitantes, que es donde se concentran los delitos. Ojo, que esto no va de negar el delito pero sí de que media verdad mueva al miedo y, por ahí, a lo que receta Vox.