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1984

Este mes se ha cumplido el 75º aniversario de la publicación de 1984 de George Orwell.

1984 es la novela distópica por excelencia. En la misma Orwell nos habla de unas “telepantallas”, colocadas estratégicamente por el Estado en cada rincón de la ciudad y de las casas. A través de ellas, se administra a la población la propaganda del régimen y también se podía vigilar a cualquiera. Orwell se ha podido quedar corto, porque al final, esas pantallas las hemos costeado nosotros directamente y las llevamos en nuestros dispositivos móviles. Fuera privacidad.

Orwell relata los tres eslóganes del partido: La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fuerza.

Que la ignorancia es fuerza está claro. Vemos cómo algunos gobernantes se han vuelto auténticos artistas de ello. Los Mileis del mundo, algunos y algunas no tan lejanos ni lejanas, son muestra –e incluso alardean– de ello. La libertad es esclavitud: es precisamente lo que nos venden. Que la guerra es paz también lo vemos. Es todo un negocio. La guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza y la veintena de otros conflictos bélicos del mundo actual, de los que apenas nos enteramos, son el ruido de fondo de la paz que disfrutamos en este rincón del mundo. Y ese ruido de fondo forma parte de la paz que disfrutamos. Hay quien activamente prefiere no enterarse. La ignorancia es fuerza. Nosotros a lo nuestro. Para abstraernos, nos zambullimos en el mundo virtual a través de nuestros móviles, a cuyos mensajes y llamadas nos sentimos obligados a responder inmediatamente en la velocidad y el agobio que rigen nuestras vidas. Y porque queremos. Una muestra entre tantas de que la libertad es, efectivamente, esclavitud.

Soy, sin embargo, optimista, por irracional que parezca. Creo que el ser humano ha progresado en toda su historia. Y que seguirá haciéndolo. Y corregirá el rumbo mediante la resiliencia y compromiso que ahora nos faltan. Llegará. Pero no sin tropiezos, concienciación, compromiso y esfuerzo.

@Krakenberger