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Boga, boga

Imanol Pradales es a partir de hoy lehendakari de Euskadi, el octavo de la historia. Arranca una nueva singladura. Es sabido que Pradales ha sido remero y que bogó en la Sotera. Ahora cambia el remo de bogador por el de patrón. Como la gran mayoría de deportes tradicionales vascos, las regatas de traineras provienen de los distintos trabajos que desempeñaban nuestros antepasados en busca de sustento, que posteriormente se convirtieron en competición para deleite de sus seguidores. Las regatas, en concreto, vendrían a ser un remedo de la obligada disputa entre arrantzales para que su embarcación llegara la primera a puerto con la pesca conseguida en alta mar para vender la captura antes que los demás. La trainera que ahora patroneará Pradales tiene que parecerse más a aquellas originarias que se esforzaban en las cosas de comer que a las meramente competitivas. El símil es curioso: las traineras tienen un patrón y trece bogadores o bogadoras. La que llevará Pradales a partir de ahora, también. Trece hombres y mujeres en las tostas. De babor y de estribor. Que deben ir al unísono, zurdos y diestros, acompasados, metiendo bien la pala en el agua, con fuerza similar para que la embarcación navegue fina. Y un proel, dispuesto a hincar el remo corto para una posible ciaboga. Sí, no hay que tener miedo a las ciabogas: hay que ir y volver. Es entonces cuando unos cían y otros bogan, también de forma sincrónica. Bogar es muy duro. Miles de horas de entrenamiento. En algunas ocasiones de llega al límite de la extenuación. Y la labor del patrón es clave. Debe llevar el rumbo, saber dirigir el bote en todas las condiciones: a resguardo de puerto, en alta mar, en la ría o en un embalse, con calor de bochorno, con frío, lluvia, fuerte viento, con corrientes. Es muy diferente bogar en un sitio o en otro. Hay que saber coger la ola buena, surfearla para que te lleve lejos. Con maretón y grandes olas, palka en la proa y a sufrir. Nueva tripulación, nuevo patrón, estrobos a estrenar en los toletes. Arranca la txanpa inicial, hay que ir a mil paladas, coger el ritmo, romper las olas. Y reservar fuerzas para la vuelta. Suerte a todos y todas en la difícil singladura.