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En esencia

Aingeru Epaltza

Por muchos motivos

Si te sale el viejo punki que llevas dentro, lo que más te apetecerá el próximo domingo es alejarte varios miles de millas marinas de cualquier objeto que pueda asemejarse a una urna, mientras gritas “¡que les den a todos!”. Visto desde este lado del escaparate, la elite política y funcionarial que se mueve entre Bruselas y Estrasburgo parece, en general, incluso menos de fiar que sus primos locales, mucho sueldo y poco fundamento. Ocurre, sin embargo, que sólo personas con severos problemas de percepción pueden pensar que lo que se decide o deja de decidir en esos lugares tiene poco o nada que ver con nuestras vidas. Nos afecta, mucho, y tal como van las cosas lo más probables en cada vez sea más. Tradicionalmente, las campañas a las elecciones europeas nunca han superado el nivel de lo mortecino, con dificultades crecientes para animar el voto de una ciudadanía a la que la UE le motiva cero. La de este año quizás esté siendo diferente, y no sólo porque hay aquí fuerzas políticas que se plantean el 9-J como una segunda vuelta de los últimos comicios estatales o autonómicos, o como una meta volante en su carrera para llegar al poder. El continente atraviesa un momento como mínimo delicado, con una guerra prácticamente en la cocina y otra al otro lado de la puerta, con un severo dilema a la vez ético y económico con respecto a la cuestión migratoria, con la cuestión climática lejos de resolverse y con la siempre inacabada Europa social y de derechos amenazada por el auge de la extrema derecha. Mucha tela que cortar que no podemos dejar exclusivamente en manos de indeseables o desalmados. Aunque lo que más nos tiente sea no hacerlo, son muchos los motivos para ir a votar el próximo domingo. Sin haber llegado al sueño europeo, no podemos dejar que por nuestra inacción se convierta en una pesadilla.