La primera razón de toda cadena generalista son las noticias. Aún más sentido tiene en los medios públicos, pues la información, en su utopía democrática, tendería a equilibrar el interés particular con el general. La información está amenazada por su perverso enredo con la opinión, por lo que se excede y lo que calla. ¿Alguien ha advertido que la presente crispación española está vinculada al populismo informativo de Antena 3, configurada como altavoz mediático del PP, al igual que Fox News con Trump? Estamos ante una enorme patología al eludirse el precepto de “que tu opinión no menoscabe la información”. El servicio que hace Vicente Vallés a Feijóo y su plan conservador no lo supera ningún medio de similar onda ideológica. Es pura dinamita. Nadie le niega su derecho a narrar las cosas a su gusto y devaluarse en su deriva; pero el éxito de su telediario (el más visto en casi cuatro años) también tiene su causa en el fracaso ajeno. ¿Qué ocurre con Telecinco y Pedro Piqueras, su imagen más influyente, que no alcanzan a atraer al espectador? ETB lidera la información en Euskadi; pero TVE, algo recuperada, todavía se queda corta. Vallés lleva semanas golpeando al PNV por no apoyar a Feijóo en su investidura. Con frecuencia lo califica de “partido satélite de Sánchez”, cargado de sucia retórica en la opinión y de indecencia en la profesión. Y qué decir de la deshumanización a la que somete al presidente socialista y los soberanistas catalanes. Signo de la bajeza moral de Antena 3 es su lema “contra el maltrato, tolerancia cero”, que adosa a las noticias sobre violencia machista. ¿Cómo se puede llamar maltrato, tan levemente, al asesinato de mujeres? Vallés y su canal agreden a la democracia con una aleación de resentimiento y propaganda.