Voto útil. Es la expresión que en el caso de algunos partidos más se suelen escuchar en los últimos compases de la campaña y esta no es una excepción. Podríamos pensar que una vez que acudimos a las urnas con una papeleta, todos los votos son útiles pero resulta que no, que unos lo son más que otros. Peligroso mensaje para un electorado con una buena bolsa de indecisos y de ciudadanos que piensan que votar no sirve para nada. Así que, por ejemplo, si cojo la papeleta de un partido minoritario, ¿es como tirar el voto a la basura? En un país como el nuestro donde los pactos son una obligación y todas las formaciones tienen algo que decir, va a ser que la respuesta es no.
Para los partidos grandes sería lo más fácil, ojo. Todo para mí. Dos partidos a lo sumo, mayoría absoluta y chis pum. En la CAV y en Navarra sabemos que hace tiempo que eso pasó a la historia. Unos cuantos kilómetros más abajo apenas se empiezan a dar cuenta. Bienvenidos. Es cierto que a veces unos cuantos votos dan representantes y alteran el mapa en algunos municipios pero, salvo cambios en la ley electoral (esto da para otro artículo), en eso consiste la democracia, en ponerse de acuerdo, también con formaciones minoritarias pero que representan a parte de la ciudadanía.
No obstante, al margen de esto, lo del voto útil tiene otra vuelta, otra lectura. Me refiero a lo que hacen después los partidos con él. Vamos a suponer que compramos la idea y decimos, vale, como este fijo que no va a ganar y este otro tiene más posibilidades, hago como que no me importa y meto su papeleta en la urna obviando cosas que no me gustan y ante las que incluso, me tapo la nariz. Todo sea porque esa formación X que me cae tan mal, no gane. Pero esa formación que nos pedía el voto útil va después y pacta con un partido que no queremos ver ni en pintura, algo de lo que por supuesto, no nos ha avisado. Porque esa es otra derivada. Ya hemos vivido noes que se convierten en síes por la causa el día después en la Comunidad Autónoma Vasca y en Navarra. De esto pocas veces rinden cuentas los partidos cuando deberíamos exigirles que los pactos se sepan antes, para que no nos den gato por liebre.
Voten pero háganlo en conciencia. Y estoy pensando en esa gran parte de la población que no es de ningún partido en concreto, que no tiene carné pero sí cree que debe ir a votar cuando hay elecciones. Probablemente no haya un partido que satisfaga todas sus aspiraciones pero seguro que confían más en este que en aquel, sea el que sea. O incluso si están convencidos no voten, que la abstención crítica es una opción. Voten a quien vean realmente comprometido, a quienes creen que no les miente, a quien les diga la verdad aunque a veces esa no nos guste. Yo a veces echo de menos eso precisamente, que me digan la verdad, que me traten como una adulta y que me digan lo que no quiero oír. Que reconozcan cuando se equivocan o cuando no saben de algo pero lo van a mirar porque nadie sabe de todo y si dice que sí, desconfíen.