on Benito y Villanueva no se arreglan para encontrar un nombre que los cobije en su deseo de convertirse, conjuntamente, en la tercera ciudad de Extremadura. Les explico. Ambas localidades pacenses saltaron a la actualidad informativa a principios de año por haber decidido unirse y formar una nueva ciudad. Lo hicieron por referéndum libre y democrático prohibido en el Estado español, según parece, para decidir marcharse, pero sí para poder unirse. Qué cosas.

Bueno, la historia es que los dos municipios ahora no encuentran un nombre que guste. Comité de expertos mediante, las propuestas para el rebautizo eran Concordia del Guadiana y/o Mestas del Guadiana. Y se ve que el rechazo social y político ha sido tan grande que los alcaldes de Don Benito y Villanueva se encuentran a la búsqueda de nombre para que su ansiada ciudad pueda echar a andar.

El objeto de controversia, a pesar contar con investigadores y representantes de la Cultura -que han trabajado "sin ni siquiera cobrar dietas" (palabras del alcalde de Villanueva)- parece encontrarse en que las propuestas de llamarse Concordia del Guadiana y/o Mestas del Guadiana no reflejan los "elementos comunes de arraigo" que se exigía como condición indispensable para la toponimia venidera. Y hete aquí que, yo cándida, me pregunto si no estamos ante un sencillo ejercicio de la defensa de la tan polémica plurinacionalidad. ¿O no se trata, acaso, de que la nueva ciudad no arrincone la identidad de los habitantes de Don Benito y Villanueva y represente a dos sociedades que van a convivir bajo un mismo paraguas pero son distintas? Y si parece a todas luces lógico en este caso, ¿por qué tanto lío cuando lo reclama el lehendakari desde Córcega para Euskadi y Catalunya?. Será, pienso, por el interlocutor y el punto de partida de la reclamación.

Curioso que, a cientos de kilómetros, Euskadi, Don Benito y Villanueva compartan un mismo deseo. El de que su identidad sea respetada sea cual sea el marco -ciudad o país- en el que convivan. l