e llama política de tierra quemada a la táctica militar que consiste en destruir absolutamente todo lo que pueda ser de utilidad al enemigo cuando una fuerza avanza a través de un territorio o se retira de él. El origen histórico de la locución proviene de la práctica de quemar los campos de cereales durante las guerras y conflictos en la antigüedad.

Pero esta táctica es también muy usada fuera de los conflictos bélicos y, en concreto, en el terreno de las relaciones personales. Entre las muchas clasificaciones que se pueden hacer de las personas, creo que hay dos tipos en lo que se refiere a cómo gestionan sus relaciones: las personas que queman amistades, por un lado, y las que las ganan, por otro. Hay quien quema personas allá por donde pasa y hay quien las va ganando.

Es cierto que a veces ganamos personas y otras las perdemos, no todo es blanco o negro. Pero no es menos cierto que hay personas con clara tendencia a dejar un hilo de contacto con las personas con las que se ha ido relacionando en la vida y, por el contrario, hay otras que acaban quemando a las personas con las que se relacionan y acaban cerrando cualquier vía de comunicación, igual que en las guerras se destruyen puentes.

Se trata generalmente de personas con un gran sentido de la individualidad (si se me permite el eufemismo para no llamarlas egoístas), que ven sus relaciones como un instrumento para conseguir algún objetivo o satisfacción y que una vez logrado no necesitan más.

El mayor General William Sherman se hizo conocido por la célebre Marcha de Sherman hacia el mar en la guerra civil de los Estados Unidos en la que destruyó sin piedad a su paso ferrocarriles, industrias, canales y plantaciones. Pasó a la historia por su práctica de tierra quemada. Pienso en la gente que exprime a otras personas para conseguir unos objetivos y luego las abandonan. Consiguen sus objetivos, sí, pero en verdad tiene que ser triste pasar así a la historia, llegar al final de tus días, mirar atrás y no ver a nadie. Solo un campo arrasado. l