l gabinete de Pedro Sánchez es un macrogobierno donde intentan convivir hacinados y como pollos sin cabeza el presidente, tres vicepresidentas y hasta 19 ministros y ministras. Y con competencias que chocan y se interfieren a menudo. Criaturas. El tremendo lío que se ha montado dentro del macrogobierno con el asunto de las macrogranjas es solo uno más, pero muy ilustrativo y cuestiona si el sistema de funcionamiento de esta coalición puede ofrecer producción de buena calidad, daña el clima político y es sostenible. Sí, es una fábula. En Rebelión en la granja, George Orwell ya advertía de que el mero hecho de que los animales hubieran echado a los tiranos humanos no era condición suficiente para que el nuevo sistema implantado fuera mejor. Es más, puede empeorar. Los lazos que unen a los socios de gobierno han sido hasta ahora (van dos años) el haberse unido para echar a Rajoy, gracias al apoyo de un muy plural catálogo de grupos. Pero sus continuas crisis internas, fruto de desavenencias personales y políticas, de falta de coordinación, de liderazgos en conflicto, de intereses electorales divergentes, están deteriorando esa unión para beneficio de la derecha, siempre con el machete en la mano. Es verdad que el PP y sus acólitos han manipulado las palabras del ministro Garzón, siempre tan poco oportuno. Lo ha hecho siempre. Lo está haciendo ahora, asquerosamente, con el programa de reinserción del Gobierno Vasco, ligándolo de manera falsa solo a presuntos beneficios para los presos de ETA. Lo hace continuamente Ayuso, enmerdando ahora con los fondos europeos, con la mira puesta en la CAV y Navarra. Y explotará como suele de forma electoralista el asunto de las macrogranjas, la caza y los toros, como siempre ha hecho y seguirá haciendo con ETA y utilizando a las víctimas. El Gobierno de coalición no puede seguir dando ese espectáculo de bronca continua mientras desprecia a sus socios, a los que echa a los pies de los caballos. Ha llegado ya a ese punto en el que o pacta el armisticio y la lealtad o, como en Rebelión en la granja, se queda con un solo mandamiento: "Todos los ministros son iguales, pero algunos ministros son más iguales que otros". El fin.
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