n el argot periodístico se entendían por serpientes de verano las noticias irrelevantes o insólitas que se publicaban para llenar páginas durante los meses de vacaciones habituales del personal y ante la escasez de noticias, especialmente en agosto. Si se hiciera un repaso a la hemeroteca de los periódicos regionales y hasta de tirada estatal, podrían comprobarse infinitas páginas dedicadas a las fiestas patronales, al ambiente turístico de playa y chiringuito, al festejo taurino o al posado de famosas. También daban de sí un buen incendio, un suceso truculento o un romance entre celebrities. Casualmente, siempre coincidía con el verano una aparición del monstruo del lago Ness, o la ruptura del glaciar Perito Moreno, o la súbita erupción de un volcán. En verano, por las redacciones de los periódicos pululaban becarios y becarias rebosantes de entusiasmo, grabadora en ristre, emocionadas sus familias al leer su nombre como autores de candorosas entrevistas a artistas de paso o refrescantes reportajes, trabajado todo ello con el máximo respeto a la estructura de pirámide invertida, regla inexcusable del ejercicio periodístico.
Un análisis, no exento de cierta crueldad, de aquellas socorridas serpientes de verano lleva a la conclusión de que los responsables de los medios de información manejaban un desacertado esquema mental según el cual lo único que podría considerarse como verdadera noticia era lo referente a la política y al deporte, al fútbol más concretamente. Y, claro, en verano se respetaban las vacaciones parlamentarias, o sea, la política y los políticos dejaban de suministrar noticias; por otra parte, las competiciones futbolísticas por antonomasia, Liga y Copa, quedaban interrumpidas hasta septiembre. Y así, burla burlando, se iba salvando el ferragosto hasta que la reapertura del Parlamento y el inicio de la competición liguera devolvieran la normalidad a las redacciones, con la alborotada despedida de los becarios. Uno, que por edad y oficio ha vivido ese disparatado concepto de la información estival y hasta ha contribuido con alguna serpiente de verano, acepta con alivio que la pura y cotidiana realidad haya suplido con dureza la indolencia informativa, que en pleno verano -bueno, si a esto puede llamársele verano- haya desparecido aquella placentera serpiente informativa y prestemos toda la atención a esta cobra de siete cabezas que es la pura realidad actual. Se acabaron los plácidos veranos informativos y más vale que se nos plante como primera noticia la situación de la pandemia día a día porque sin ninguna duda sigue siendo del máximo interés para la gente, que se destaque en los medios el agobiante devenir del Covid-19 y sus consecuencias. Que se nos informe de la realidad, la pura y dura realidad de las agresiones machistas que no cesan, de las detenciones gota a gota de los matones que apalean en cuadrilla. Se acabó la apacible serpiente de verano que acompañaba a la siesta, y a la fiesta. Afortunadamente, nos vamos acostumbrando a no olvidarnos en verano de que la vida sigue también en su más áspera dureza según se nos informa con derroche de páginas. Derróchense también para dar cumplida información de los Juegos Olímpicos y otros deportes menos prostituidos. Los políticos crispados, con sus berridos, a la cola como les corresponde. Es verano y están de vacaciones.