Triunfó con películas como Cinco lobitos, que la hicieron merecedora del Goya a mejor dirección novel. Ahora, tras los éxitos, viene a reafirmar su talento con la miniserie de Movistar Plus+ Querer, presentada en el Zinemaldia y en la que aborda un tema tan complejo como necesario como es el de los abusos sexuales dentro de la pareja o el matrimonio.
En esta nueva apuesta se ha lanzado al mundo serie. ¿Qué cambios ha notado?
-La verdad es que no ha habido como grandes cambios, porque es una serie que tiene un espíritu muy cinematográfico. Entonces, sí es verdad que lo visualizaba como una serie porque el formato episódico ayudaba mucho a la historia, que ya intuíamos que iba a ser como muy largo, el proceso judicial, el proceso familiar... Pero más allá de eso se ha escrito, rodado y producido como una película. Hombre, sí que está la diferencia de que yo nunca había rodado tanto tiempo seguido -fueron once semanas de rodaje- y es verdad que ha sido un rodaje exigente en ese sentido. Pero es verdad que el proyecto nace como con un espíritu muy cinematográfico. Entonces, no ha habido como grandes diferencias.
Cada vez estamos más acostumbrados a ver series que casi cada capítulo parece una película en sí misma. ¿Qué le diría a quienes prefieren las pelis porque no están acostumbrados a seguir durante tanto tiempo una serie?
-Yo creo que las personas ya vemos de todo. Estamos en un mundo donde lo que nos engancha o no son las historias. Y muchas veces el hecho de que sea una serie o una película aporta cosas distintas pero no es clave. La realidad de la serie Querer es que es una miniserie autoconclusiva que a nivel de tiempos y duración tiene algo como de película larga. Eso sí, por ejemplo cuando empezamos a escribirla tenía claro que quería que fuera un viaje que concluyera, que tuviera un principio y un final. En ese sentido, tiene esa sensación de película larga, o de historia que empieza y termina. Igual hay gente que lo que no le apetece es esta cosa de esas series que no terminan nunca.
Otra clave de esta serie es su reparto. Encontramos a Nagore Aranburu, Miguel Bernardeau, Pedro Casablanc... ¿Cómo ha sido combinar el talento vasco con el talento de otros puntos del Estado?
-Yo creo que ha sido de las partes más bonitas de este proyecto, el trabajo con ellos. Yo creo que era muy exigente porque son personajes que, ya cuando estábamos ensayando, nos dimos cuenta, que son personajes que toman decisiones sin tener una certeza absoluta. Y eso es muy exigente a la hora de rodar, porque tienen fuerzas que tiran de ellos en direcciones contrarias. Quería probar cosas distintas, o trabajarlo desde un sitio distinto, porque son personajes con mucho conflicto interno, y la verdad es que me he encontrado con un reparto espectacular, y creo que hemos disfrutado mucho sobre todo de buscar, de aprovechar todos los días de rodaje como una oportunidad para encontrar algo, una capa distinta para crear algo especial.
Personal
Nacida en Barakaldo en 1978, el cine es algo que la atrapa desde hace tiempo. En su trayectoria hemos podido ver producciones como Nena, No me da la vida, Eres tú o la galardonada Cinco lobitos, que le valió hace un par de años el Goya a mejor dirección novel.
Ahora, ha dado el salto del cine a las plataformas para presentarnos Querer, una miniserie protagonizada por Nagore Aranburu, Pedro Casablanc, Miguel Bernardeau, Iván Pellicer y Loreto Mauleón entre otros, en la que aborda a lo largo de cuatro capítulos la historia de Miren, una mujer que tras treinta años de matrimonio y dos hijos en común abandona su casa y denuncia a su marido por violación continuada. “Esta grave acusación obliga a los hijos a elegir entre creer a su madre o apoyar a un padre, que defiende su inocencia. Un viaje familiar que avanza en paralelo al judicial con un mismo objetivo: conocer la verdad”, explican.
Además, el tema que tratan en Querer no es sencillo, si bien sí es actual. Hablan del consentimiento en el matrimonio, de las agresiones dentro del matrimonio. ¿Por qué cree que hasta hace poco no se hablaba de esto?
-Yo una de las cosas que he aprendido de este proyecto es que la violencia sexual es una de las que más cuesta denunciar, pero también es una de las que más cuesta identificar, porque viene por parte de una persona con la que tienes una relación afectiva. Creo que es una de las cosas que explora la serie, esa dificultad, y creo que es una de las razones por las que hasta ahora parecía como que el consentimiento era un tema que tenía que ver con relaciones de gente que se conocía poco, que se encontraba por la noche. Yo creo que hay toda una historia en torno al consentimiento por contar que tiene que ver con la sexualidad femenina en todo tipo de escenarios.
Esta historia la pone en la piel de Miren, una mujer que tras 30 años de matrimonio abandona su hogar y denuncia a su marido. ¿Cuántas mujeres como Miren siente que hay en nuestra sociedad?
-Yo creo que hay más de las que denuncian. Hay mucho silencio y violencia invisibilizada. Yo es verdad que había veces que, escribiendo la serie, pensaba en la cantidad de mujeres al día que están manteniendo relaciones que no desean mantener, o que están priorizando el deseo del otro. Hay algo ahí estructural, sistémico, de una dimensión muy abrumadora.
Tenemos una definición del amor romántico muy arraigada. Después de Querer, ¿cómo definiría ahora qué es el querer, pero el querer bien?
-Evidentemente, el querer mal no es querer, pero es muy interesante que nos cuestionemos qué entendemos por querer, por desear, que no tengamos miedo a hablar de lo íntimo, de lo privado en términos de consentimiento, de empatía... Yo creo que ha habido algo de que como era un tema que pertenece a la esfera de lo privado, de lo íntimo, es como que no se quiere hablar desde otro prisma. Creo que es muy buen momento para empezar a hacerlo ahora que nos hemos quitado la venda de los ojos y sabemos que esa violencia existe.
Hace unas semanas recaló en el Zinemaldia, en su sección oficial. ¿Cómo se siente cuando reconocen su trabajo en casa?
-Es superespecial. Imagínate, siendo de aquí y siendo cinéfila, que fui becaria en el festival de Donostia y me moría por venir todos los años... Tiene algo como de sueño, pero sobre todo el verme en un sitio, presentando una historia que la he podido escribir con total libertad, arriesgando en cosas y que puede dejar buenas preguntas, tener la oportunidad de presentarlo en el festival me hace sentir muy afortunada y privilegiada.
"Fui becaria en el festival de Donostia y me moría por venir todos los años"
En el Zinemaldia la hemos visto a usted, también a Icíar Bollaín. El pasado año triunfó Esti Urresola... ¿Siente que esta está siendo una buena década para las directoras de cine?
-Sí. Yo creo que también es más grande que el cine lo que está pasando, en el sentido de que es una buena década, pero no solo para el cine. En general es como que nos hemos quitado una venda de los ojos, hemos asumido que existe una desigualdad, se han hecho cosas, se siguen haciendo cosas, hemos visto que se pueden cambiar las cosas... Yo creo que estamos muy al principio porque son cosas muy lentas de mover, pero es muy ilusionante. Y yo creo que lo bonito es que es algo más grande que el cine o nosotras, que va más allá.