Fariba Sheikhan vuelve a ponerse, una vez más, en la piel de Najwa en La Unidad, para embarcarse en una nueva misión, en la que varios agentes de La Unidad se encuentran en Afganistán unos días antes de que Kabul sea tomada por los talibanes y España inicie la evacuación de civiles y colaboradores. “Su objetivo es reunirse con un infiltrado que tiene información acerca de un posible atentado en Europa, pero se ven sorprendidos por los enfrentamientos entre muyahidines, talibanes y fuerzas del ISIS K y acaban envueltos en una situación peligrosa”, cuentan desde Movistar, donde puede verse esta serie producida por Buendía Estudios.

¿Qué siente cuando se pone en otras pieles, cuando cuenta historias que no son la suya? 

Siempre que tengo la oportunidad de vivir otras experiencias y de descubrir otras partes de mí, de indagar en mi personalidad, e incluso en los antepasados, en todo, es como que se te abre un mundo de sensaciones, de vivencias y de oportunidades. Es como que de pronto se te abren nuevos caminos, lo que te lleva a vivir otras historias y experimentar otras sensaciones.

Esa es un poco también la esencia del actor, ¿verdad? Conocer a otros para conocerse también a uno mismo. 

Es que ser actor te permite un poco ser otras personas, ponerte en la piel de otras personas, de otras circunstancias. 

¿Supo desde siempre que quería dedicarse a esto? 

Creo que sí. De niña jugaba mucho con mis amigas y con las del barrio a disfrazarnos desde las Spice Girls a hacer pequeños sketches. Me acuerdo que alguna vez mi padre nos grabó y sí, me gustaba y lo sabía. Yo siempre cuento que me decían “¿Qué quieres ser de mayor?” y yo respondía “actora” (risas). 

Sabiéndolo desde tan pequeña cuesta imaginarse la vida de otra manera. Pero, ¿alguna vez se ha planteado qué sería de su vida ahora sin la interpretación como compañera? 

Es cierto que siempre he tenido claro qué iba a hacer y qué quería hacer. Me gustaba mucho por ejemplo la filosofía, y temas que tengan que ver con trabajar con la gente, a lo mejor psicología. Si no hubiera seguido por ese camino, a lo mejor me hubiese gustado interactuar con las personas, la comunicación como tal. Y sí, a lo mejor hubiera hecho algo de eso. Es cierto también que me gustan otras maneras de comunicarme a través del arte, como la música. Me gusta en general la expresión del arte en todas sus vertientes. En su día tuve un grupo de música, cantaba, y es una cosa que me gustaría volver a retomar lo de la música, porque me parece que es una manera de expresión maravillosa. La música para mí es una cosa indispensable en la vida, casi con lo que me despierto cada día. Me parece que es una vía de comunicación preciosa, bella, al alcance de todos, y no descarto volver a montar un grupo de música, hacer mis canciones, y volver a la guitarra. Es una cosa que tengo muy presente. 

Es cierto que tampoco ha parado ni un momento. Empezó, como muchos actores en esta tierra, en Goenkale. ¿Qué se lleva de esa experiencia?  

Bendito Goenkale (risas). Goenkale fue el sueño más grande con el que aspiraba yo de niña. Los señores del barrio y las madres de tus amigos, cuando te decían “¿Qué quieres ser de mayor?” y decías actriz, acto seguido la respuesta solía ser “Pues a ver cuándo te vemos en Goenkale”. Y de repente cuando entras en Goenkale y se lo dices a la gente es como “Guau, ya has tocado el cielo”. Ahí empezamos muchos. Yo recuerdo que entonces vivía en Donostia, estaba en casa y me llamaron para decirme que me habían cogido en Goenkale, y me hizo una ilusión terrible. Quieras que no, fue el primer trabajo que hacía yo en televisión, y salir en Goenkale es un sueño hecho realidad.

Un sueño que le ha abierto la puerta a nuevos sueños. 

En cierto modo sí. Luego salió Puente Viejo y demás, y en Goenkale es verdad que he coincidido con Itziar Ituño con la que he rodado hace poco un corto, con Loreto que está en Madrid trabajando muchísimo y otros tantos actores. Pero es cierto que Goenkale ha sido una cantera guay y una serie en la que todos disfrutamos muchísimo y nos dio visibilidad.

Hablaba de El secreto de Puente Viejo, que llegó algo después y donde daba vida a Inés. En La Unidad da vida a Najwa, en The Covenant a Basira... ¿Existe algún secreto para saltar de una piel a otra y que cada una sea única? 

Yo creo que a la hora de construir un personaje es muy importante lo que le rodea. Me ha pasado en La Unidad, que hemos rodado en unas localizaciones... Cuando tú te ves en un lugar así, con un trabajo de atrezzo y de localización y de figuración tan realista y bien hecho, directamente no tienes otra que entrar en ese lugar, de habitarlo y vivirlo a partir de allí. Para mí en este caso diría que el 80-90% del trabajo casi estaba hecho. Ya solo te queda entrar a vivir y disfrutar de todo eso. Lo comentábamos Marian (Álvarez) y yo, que se nos ponía la piel de gallina de ver tu entorno. Esto es un conjunto de cosas, cuando hay un trabajo previamente hecho que es tan bueno sin lugar a dudas, inevitablemente el trabajo se vuelve más fácil. Ya solo te queda estar ahí y vivirlo. Y eso pasa en La Unidad, pasaba en Puente Viejo... El entorno siempre es fundamental y ayuda mucho y facilita el trabajo. 

En el rodaje, entonces, Fariba se queda en la puerta y entran Inés, Najwa...

Sin duda. A veces me pasaba con Inés que me ponía un poco en su piel y empatizas con ella. Sufro por ella. Pero luego es precioso. Atesoras todos esos personajes y vivencias de una forma especial, y todos los personajes son distintos. Todos tienen su encanto y eso es muy bonito.

Ahora vuelve con La Unidad a Kabul, que nos sitúa en los días de la toma de la ciudad por los talibanes. ¿Cómo ha sido retomar esta historia? 

Yo diría que La Unidad Kabul es una serie sin precedentes. He tenido la suerte de ver ya los seis capítulos y salimos totalmente conmocionados. Es una serie absolutamente necesaria, absolutamente emocionante al margen de toda la acción. Creo que no se ha hecho nada ni siquiera parecido en España y cuenta una situación real, el comienzo de cómo empezó un drama absoluto. Fue hace tres años y te cuenta esta serie cómo empezó y todo lo que fue sucediendo. Una cosa es lo que tú ves en las noticias o lees en los diarios, y otra verlo a través de imágenes, de todo lo que está detrás. Creo que todo el mundo debería verla, porque además en esta temporada se va a conocer más a los personajes. Llegan al límite, cuando tu vida pende de un hilo estás entre vivir y morir y eso te hace conectar con lo verdaderamente importante de la vida.

Su personaje además es uno de los que más han evolucionado en esta serie. 

Sí, y en esta temporada se verá a una Najwa más vulnerable, se verá más quién es. Como te decía, venimos al mundo pensando a veces que tenemos que conseguir esto o lo otro, pero de repente en una situación límite como esta no te queda otra cosa que estar. Lo demás desaparece. 

El instinto de supervivencia prevalece.

Exactamente. Yo a través del personaje de Najwa -o ella a través de mí- hace como una transición en esta temporada, echa la vista atrás a toda la historia anterior de dónde viene. Te hace pensar en lo que ha sucedido en ese país, el sufrimiento de las mujeres... De alguna manera te hace como volver a tus raíces. A mí me pasaba. Yo pensaba en todo el sufrimiento sobre todo de las mujeres, y es que hablamos de personas, de familias, de lo básico. Y en esta serie se habla de lo humano. Yo creo que en esta temporada el punto de partida de los personajes es ese, “Quiero proteger lo que es mío, protegerme a mí” y en esta temporada se va a conocer a los personajes porque se caen todos los velos.

Aquí hablamos de Afganistán, pero en redes sociales también se ha alzado todo un movimiento por las mujeres por ejemplo en Irán. 

Sí, y me parece fantástico que se reme a favor de los derechos de la mujer, y me parece además que en Irán hay una juventud especialmente reivindicativa y reflexiva, y muy despierta. Muy informada y muy documentada. Y me parece fantástico que haya movimientos sociales con fundamento, con conocimiento de causa y claro que sí. Ya te digo, me parece bien que se reivindique lo que haya que reivindicar y que todo sea para el bienestar general de todos. Y creo que de alguna manera se debería aplicar esto que se está haciendo en Irán, esa cosa de salir, de reivindicar, de pedir lo que es un derecho básico, ni más ni menos.

En su currículum, además de su trayectoria, destaca su extenso conocimiento de idiomas, que le ayudarán en esta profesión que obliga a viajar tanto. ¿Cuántos habla en total?

Hablo euskera, castellano, inglés, iraní y francés, aunque el francés lo tengo un poco oxidado. Me parece muy interesante que se hayan hecho dos producciones como La Unidad o The covenant (de Guy Ritchie) con esa temática de Afganistán al margen de que me parece necesario y muy bonito que se cuente algo así. Y aparte, en Irán se habla iraní, y en Afganistán el dari -que es similar al iraní- y yo al conocer el idioma eso juega a mi favor. Y me parece súper interesante. Yo en una entrevista que di me preguntaba cuándo harían algo así que tuviera que ver con Afganistán y yo pudiera hablar mi otro idioma más de lo que lo suelo hablar, que es con mi familia, con mi padre. Y me parece súper interesante saber idiomas. Siempre digo que cada idioma es un universo distinto, que te lleva por unos lugares y tiene su identidad. Para mí siempre es un plus, y me encantaría estudiar también italiano. 

Como dice, aprender un idioma es empaparse de una cultura nueva.

Exactamente, tiene sus propios colores, su forma, su sonoridad. Son viajes interesantes. A veces, cuando hablo en iraní de repente me veo moviéndome de otra manera, al margen de que tengo esa parte de mí intrínseca. Pero es como dices, una cultura distinta, un mundo distinto. 

Y el futuro, ¿qué le depara?

Tengo un proyecto internacional entre manos que empecé a rodar a finales de enero, y ahora m e vuelvo a incorporar en junio. Y hasta ahí puedo leer (risas). Pero es un proyecto internacional muy interesante y estoy muy contenta.